«Queremos transmitir a los niños los valores que adquirimos de jóvenes»

Luis Manuel Rodríguez González
Luis M. rodríguez OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Santi M. Amil

Aarón Blanco Pita es maestro de artes marciales en el Gimnasio Artai

28 ene 2018 . Actualizado a las 14:24 h.

Un día cualquiera de aquella emblemática década marcada por los colores vivos y la música disco, Aarón Blanco Pita (Ourense, 1980) entró en el gimnasio de la calle Doctor Fleming, que entonces lideraba Carlos Cameselle: «Yo iba a cumplir 8 años y me acompañaba mi hermano Hugo, de solo 4. Unos vecinos nos habían hablado de lo que hacían allí y la verdad es que me identifiqué con los valores que nos transmitía el maestro, la disciplina y el concepto de las artes marciales, basado en el respeto y el honor. Era una forma de vivir, una forma de ser».

Desde entonces hasta hoy, Aarón fue alumno aplicado, monitor, entrenador y, un buen día, se convirtió en gerente y maestro de uno de los centros de referencia en las modalidades que florecían en el lejano Oriente. En el camino, el hoy conocido como Gimnasio Artai se ha granjeado una bien merecida fama en la formación de deportistas del más alto nivel, pero también ha sabido adaptarse a los tiempos y ofrecer a su clientela los que necesitaban en cada época: «Hoy cuesta un poco más inculcar en los jóvenes esos valores que nos transmiten las artes marciales, el sistema social ha cambiado mucho y todo va muy deprisa, la gente es más individualista y, en general, los niños menos sociales y menos sociables también. Hablan por WhatsApp y juegan por Internet».

Con todo, Blanco Pita también recurre a su vertiente más docente para captar la atención de sus jóvenes alumnos: «Queremos transmitir a los niños esos valores que nosotros adquirimos de jóvenes. A día de hoy, ellos tienen demasiadas distracciones. Se aburren de casi todo en cinco minutos y tenemos que intentar motivarlos y engancharlos al deporte, manteniendo esa disciplina que les recuerde que el esfuerzo nos lleva a conseguir objetivos».

Más allá de la clientela del Gimnasio Artai, que va desde los más pequeños, a personas que llegan a los 40 años practicando Taichí, los alumnos del maestro especializado en Kungfu, Wushu, Kick Boxing y otras especialidades de defensa personal alcanzan la cota de los 200, entre los dos centros que dirige (también cuenta con un local en la calle Río Arenteiro) y los colegios en los cuales desarrollan actividades en horario extraescolar, a través de la estructura de sus escuelas deportivas.

Con el afán de atender del mejor modo a esos deportistas en potencia que han tocado a su puerta, Aarón no ha dudado en emprender viajes como el que lo llevó en 2016 a un encuentro con los profesores de la Universidad del Deporte de Shanghai: «Los estudios que se afrontan allí pueden compararse a lo que son aquí las Ciencias de la Educación Física y el Deporte, pero en China alcanzan un grado más alto en especialización. De hecho, después de tres años de adquirir conocimientos genéricos, se pasan otros tres con los dedicados a la modalidad que han elegido».

Las nuevas metodologías utilizadas en las artes marciales orientales también son aplicadas en el recinto ourensano, después de participar en esas jornadas en China. Y no fueron las únicas, porque Blanco también acudió a los cursos avanzados que organizó la Federación de Artes Marciales Chinas en Turquía, donde también se mantuvo al cabo de la calle de todas las novedades: «El mundo está cambiando constantemente en todas sus facetas y a nosotros también nos toca reciclarnos, porque cambian las técnicas e incluso los materiales, como sucede en otros deportes».

Y es que lo tradicional y lo moderno se rozan como en pocos escenarios en el tapiz de un gimnasio, a la hora de mirar a Oriente y poner en práctica las enseñanzas que allí emanaron. Que se lo digan al niño que un día hizo caso a sus vecinos.

«Soy un soso, no fumo, ni bebo y solo pienso en cómo mejorar»

A sus habilidades innatas, Aarón Blanco ha sumado muchas horas de formación. Tiempo, esfuerzo y dinero para ampliar conocimientos y transmitirlos a sus alumnos. No en vano alcanzó rango de maestro nacional en varias modalidades de artes marciales.

«Es mi dedicación para lo bueno y para lo malo, porque al final soy un soso, no fumo, ni bebo y solo pienso en como mejorar tanto en mi formación, como en la manera de ayudar a un alumno en concreto y lo que necesita para seguir progresando», explica el máximo responsable del Artai, volcado en la que ha sido su pasión durante años y trabajando para que las artes marciales no pierdan su repercusión en un rincón de Galicia, a orillas del río Miño. Así, este deportista que se reconoció en su infancia más de baloncesto que de fútbol, terminó de convertirse en la cabeza visible de un gimnasio con solera en la calle Doctor Fleming.