María Concepción Amorín: «Me llevaría un disgusto muy grande si tuviese que cerrar la tienda»

Cándida Andaluz Corujo
cándida andaluz OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Santi M. Amil

La propietaria de Fantasías Amorín se jubila y busca traspasar el negocio

26 ene 2018 . Actualizado a las 10:03 h.

¿Ha pasado alguna vez por Fantasías Amorín a buscar un disfraz o a hacer uno personalizado? ¿Tiene un traje hecho medida o ha arreglado alguna prenda en su taller de las galerías Proyflem? Pues están a punto de cerrarse más de cuarenta años dedicados a la costura en Ourense. María Concepción Amorín Gómez se jubila y estos serán los últimos carnavales en los que la veremos de aquí para allá buscando, probando y asesorando a los amantes del entroido. «Ha llegado el momento de la jubilación y de que pueda disfrutar de mi familia», afirma a todos los clientes que estos días se enteran de su marcha. Antes, quiere dejar su tienda en manos de alguien que siga con el negocio, que coja las riendas de un nombre consolidado y sepa llevarlo rodando por el siglo XXI. No en vano, Arreglos y Fantasías Amorín es el resultado del trabajo de una niña que con 8 años llegó a Ourense desde Portugal y que a los 15 ya dominaba un oficio, el de modista.

«Aprendí a coser desde muy niña al lado de mi abuela, mi madre y mis tías. Con quince años ya trabajaba por la mañana para una empresa muy buena en Ourense y por la tarde iba a una academia a aprender diseño y patronaje», relata. Y así empezó a confeccionar ropa a medida. Nunca le faltó trabajo, subraya, aunque recuerda que su seriedad y profesionalidad desde joven le impidieron más de una vez quedar con las amigas. Pero su trabajo fue su pasión.

Antes de llegar a las galerías Proyflem, su negocio se movió por varias zonas de la capital. Pero fue en este espacio -hace años referente del comercio en la capital- en donde la empresa creció, llegando a tener hasta una veintena de empleados. «Ya aquí muchas empresas me cogieron para hacerme cargo de los arreglos de las tiendas y fui reduciendo la ropa a medida. Tuve que aumentar los locales, el personal... El trabajo era muchísimo», relata. Hace treinta años comenzó a hacer disfraces. «Recuerdo que un año pusimos dos o tres en el escaparate y se vendieron al momento. Y pensé que para el año siguiente tenía que hacer más. Me los sacaban de las manos. Empezaron a encargármelos... Y fue cuando decidimos poner una tienda de disfraces en varios sitios de la capital, hasta que acabamos aquí, para tener todo junto», explica. Ahora busca un relevo, traspasar el negocio que creó desde cero. No quiere cerrar sin más. «Queremos traspasar el negocio de los disfraces. Me llevaría un disgusto muy grande si tuviese que cerrar la tienda. Ha sido el esfuerzo de muchos años. Queremos que siga una persona que le interese y conozca este sector para llevarlo bien. Me tienen a mí para ayudar en lo que necesiten», explica. La parte del taller ya está solucionada.

Ha ayudado a disfrazarse a varias generaciones de ourensanos, muchas: «Con disfraces llevo más de treinta años, así que imagínate. Casi todo lo que está en la tienda es mío, del taller, aunque algunos no. La gente valora mucho la calidad de las telas, la confección. Y ahora mismo estamos con el 50 % de descuento». No solo ha vestido a ourensanos sino que ha empleado a muchos otros. El oficio, el de costurera y modista, no lo podrá abandonar, porque sigue con la misma pasión que desde niña. Y para las nuevas generaciones tiene consejos: «Esta misma noche me acosté a las tres de la mañana porque tenía que terminar un trabajo. Es sacrificado. Hay un refrán que dice ‘La aguja no pesa’, pues pesa muchísimo. Si quieres ser profesional tienes que ser responsable. Gracias a eso he tenido una clientela maravillosa a la que solo le puedo dar las gracias. A la juventud sí le gusta el diseño, el patronaje... pero eso no es suficiente, hay que luchar mucho y tener fuerza de voluntad para salir adelante».

A pesar de todo, Conchita no se suele disfrazar en carnaval. Este año, sin embargo, afirma que disfrutará de las fiestas con unas amigas. Ella, por supuesto, preparará los disfraces.