El CHUO afronta constantes arreglos y reposición de elementos robados

Fina Ulloa
Fina Ulloa OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

cedida

Del hospital desaparecen desde duchas a bombillas pasando por sillas de ruedas o soportes de papel higiénico

07 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El vandalismo hacia los espacios públicos no es un fenómeno que afecte solo al mobiliario urbano en parques y jardines. El poco apego a lo que es de todos se nota también en instalaciones cerradas que acogen servicios al ciudadano y que, a raíz de los daños y destrozos, acaban ofreciendo un aspecto poco agradable del que, a la postre, suelen quejarse sus propios usuarios.

El Complexo Hospitalario Universitario de Ourense es uno de esos lugares. Algunas de sus dependencias reflejan claramente el incivismo de algunos. «Cada vez que hacemos una mejora de cualquier área notamos esa falta de cuidado con la infraestructura», señala la arquitecta del Servicio de Obras y Mantenimiento del CHUO, Alicia Resille Martínez. Uno de los casos más recientes fue en los nuevos baños del edificio Materno Infantil. «Conseguimos dinero para hacer unos nuevos con duchas para que pudieran usarlos los padres que tienen a sus niños ingresados y a la semana faltaba desde el telefonillo a la manguera», relata la técnica. Es solo un ejemplo de desapariciones de objetos de lo más variopintos e insospechados. En la lista de objetos preferidos por quienes tienen afición a llevarse lo que no es suyo hay desde portarrollos de los servicios para discapacitados -que se hicieron tanto en el materno como en el Cristal - y que son elementos que van unidos a la barra de sujeción, hasta el propio papel higiénico o incluso las bombillas del techo.

El repintado es otra de las tareas frustrantes para el equipo que se encarga de mantener los edificios que conforman el complejo en condiciones aceptables. «A veces no tardamos ni unas horas en ver las paredes de nuevo pintadas, o escritas con todo tipo de animaladas», señala esta arquitecta que confiesa que le cuesta entender que ese tipo de gamberradas se produzcan en lugares renovados. «Es cierto que tenemos áreas que tienen muchos años, pero yo tengo la teoría de que cuando ves algo que está bien es más difícil que te dé por ensuciarlo que si está en una zona degradada», dice Resille. Sin embargo no parece que esa teoría se cumpla siempre. El nuevo edificio de hospitalización, que comenzó a funcionar hace apenas dos meses ya tiene zócalos rotos y huellas de pies en algunas paredes donde resulta complicado entender cómo se puede apoyar alguien de forma natural, por la altura a la que están. El arreglo de esquinas es otra de las tareas que el equipo tiene que afrontar cada poco tiempo.

«No hay una cuantificación exacta de lo que se invierte cada año en estas cosas, porque vamos intentando adecentar y arreglar cuando vamos consiguiendo dinero. Por ejemplo mucho de lo que se hizo en los últimos meses fue dentro de un plan de humanización y para adaptación de áreas muy antiguas a nuevas normativas», señala.

Constantes repintados. Uno de los problemas más comunes son los mensajes y garabatos en pasillos y salas de espera. La limpieza o el repintado no desanima a los autores y en ocasiones reaparecen poco después. La imagen está tomada en la sala de espera de urgencias ginecológicas.

Pies de altos vuelos. En esta fotografía de la escalera del nuevo edificio de hospitalización se ven huellas de pies a la altura del pasamanos.

Duró una semana. El baño creado para el aseo de padres de niños ingresados ya vuelve a tener ducha y, además, luce un cartel en el que se agradece que se cuide lo que es un bien para todos.

Zócalos y esquinas rotos. Es también uno de los problemas habituales. Este zócalo reventado en concreto corresponde también al nuevo hospital.

Pintura levantada. Quizá alguien decidió entretener la larga espera o matar los nervios rascando contra la pared. El decapado fue fotografiado en un pasillo del servicio de Urgencias.