Una exposición única sobre una época singular

Jorge López Quiroga FIRMA INVITADA

OURENSE CIUDAD

17 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La exposición In tempore sueborum, El tiempo de los Suevos en la Gallaecia (411-585), El primer reino medieval de Occidente, que se puede ver en Ourense, en tres espacios emblemáticos de la ciudad como son el Centro Cultural Marcos Valcárcel, la iglesia de Santa María Nai y el Museo Municipal, entre el 15 de diciembre de 2017 y el 4 de marzo de 2018, constituye un acontecimiento cultural único sobre un período tan desconocido como mitificado. Nunca se había dedicado una exposición monográfica a los creadores del primer reino en la Europa post-romana, precursores de una construcción política que se desarrolló durante toda la Edad Media. El reino suevo se convirtió así, en el año 411, en actor inesperado de la Historia de nuestro continente protagonizando hechos que sentarían precedentes pioneros de gran relevancia y trascendencia: un reino vinculado a un territorio, la Gallaecia; el primer monarca bárbaro que pone su nombre en una moneda, Requiario; quien, además, fue el primero en convertirse al catolicismo. Elementos, todos ellos, que configuran la identidad de un pueblo y, sobre todo, de un territorio. Ambos, los suevos y la Gallaecia, se asocian en una época tradicionalmente considerada oscura y tenebrosa, constituyendo, precisamente por ello, el caldo de cultivo favorable a las construcciones míticas, los tópicos y estereotipos que construyeron una «Galicia sueva» que es necesario deconstruir para dar ese paso tan difícil como necesario entre el mito y la realidad. Ese es el objetivo de esta exposición, el de mostrar al público, de una forma didáctica, cómo la investigación especializada aborda actualmente este período esencial en la historia europea, particularmente sobre eso que se conoce como el «mundo bárbaro». Para ello, debemos comprender como Roma, a la cabeza de un vasto Imperio que conformaba para la época un «mundo globalizado», veía a los bárbaros. En este sentido, podemos afirmar que el genio político y militar romano construyó una imagen estereotipada y peyorativa de los bárbaros. El Imperio romano, a finales del siglo IV y comienzos del V, no era poblacional y culturalmente homogéneo, pues desde hacía mucho tiempo, casi desde sus orígenes, era una sociedad multicultural y heterogénea, ya que bajo el superficial barniz identitario de la «ciudadanía romana» se escondían múltiples y complejas identidades, entre ellas las de los propios bárbaros. Y ese fue el gran éxito de Roma: la tolerancia y la integración, por intereses geopolíticos y geoestratégicos, por supuesto, pero provechosa y duradera al fin y al cabo. Los suevos que llegaron y se instalaron en la Gallaecia formaban parte de ese universo multicultural y heterogéneo; no eran los «salvajes» que describe Hidacio, no más, desde luego, que las legiones romanas (más bárbaras que romanas en el siglo IV), ya que su modelo, su referente, era Roma y todo lo que ella representaba. La razón de que los suevos fueran pioneros para la Europa del momento (al constituirse como entidad política autónoma, simbolizar su poder a través de la moneda, y adoptar el catolicismo como su credo religioso) quizás resida en su propio carácter multicultural y poblacionalmente heterogéneo, que les permitió adaptarse e integrarse, e incluso sobrevivir políticamente, durante 174 años en la sociedad galaico-romana. En este sentido, las lecciones del período en el que los suevos configuraron un reino autónomo en el noroeste de la península ibérica son muchas y de gran relevancia para nuestros convulsos tiempos. Al igual que a comienzos del siglo V, la solución a los conflictos, y desafíos, políticos y territoriales actuales pasa por la integración y la tolerancia, única receta para gestionar sociedades multiculturales que no se basan en una única identidad, como hoy en día, sino en muchas identidades entrelazadas a lo largo del tiempo, es decir, de nuestra común Historia.

Jorge López Quiroga es uno de los comisarios de la exposición «In tempore sueborum»