Las academias piden que se actúe contra las clases particulares ilegales

edith filgueira OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

IAGO CORTÓN

El sector calcula que la mitad de la actividad se realiza en la economía sumergida

07 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Licenciados que no han conseguido trabajo tras finalizar sus estudios universitarios e incluso disponer de una titulación de máster, personas con formación musical o que tienen conocimientos y destreza en idiomas que se ofrecen para dar clases de refuerzo, extranjeros que llegan a Ourense como auxiliares de conversación... Basta con dar una vuelta por los alrededores de colegios, institutos o el campus universitario para encontrar carteles con «profesores» que se ofrecen para dar clases a domicilio. Una forma de subsistir para algunos que supone una clara desventaja para otros.

«Es un problema acuciante para nuestro sector. Hay varios frentes abiertos y yo diría que más de la mitad de nuestro mercado se mueve en la economía sumergida», afirma Pablo Novoa, director de las academias Yuan y Captioma, especializadas en idiomas y recuperaciones y que tiene en nómina a once trabajadores. «Los precios a los que se ofertan están por debajo de lo que es el salario de un profesor por convenio colectivo. Y si en una empresa, además del salario, hay que pagar seguridad social, alquiler de inmuebles y facturas se hace difícil subsistir. Estamos casi en punto muerto y con escasos beneficios», lamenta sobre la competencia desleal.

Según Antonio Dieter, presidente del consejo interprovincial de Ourense de la Confederación Española de Empresas de Formación (CECAP), es difícil que las administraciones colaboren para evitar la situación. «Hay un doble perjuicio. Por un lado, el que están padeciendo las academias. Pero, por otro, también el que sufre la sociedad, porque no deja de ser economía sumergida y dinero negro. No es algo que lastime solo a nuestro sector y no debería verse como tal. Es como el ciudadano que paga facturas sin IVA, está causando un daño general», argumenta. Y confiesa que se encuentran atados de pies y manos a la hora de actuar. «Solo se puede presentar una denuncia si se publicita un servicio y se puede ir a un local a comprobar si tienen, o no, licencia de apertura -aclara- pero aquellos que lo hacen es sus casas o a domicilio es difícil demostrar que están realizando un trabajo que no están declarando».

Dieter explica que comprende algunas acusaciones de inoperancia por parte de las academias, califica de «laxa» la actitud que las administraciones están teniendo al respecto del intrusismo en el sector y reclama una mayor vigilancia.

«Nosotros fuimos a hablar con la Consellería de Traballo y nos contestaron que es complicado entrar en sitios privados. Estamos hablando de que aproximadamente en la ciudad de Ourense hay cuatrocientos profesores de academia -sin contar con los que se dedican a formación para empleo u oposiciones- y unos sesenta centros», según el presidente del consejo interprovincial, Antonio Dieter.

Sin embargo, para algunos propietarios de academias como Novoa, poner remedio a la situación actual es posible con más control. «No hay una solución mágica. Se necesitan más inspectores de trabajo y lo difícil es que gran parte de estas personas dan clase en viviendas privadas, por lo que un inspector no puede entrar a realizar ninguna comprobación. Aunque realmente no es necesario entrar en un domicilio para certificar que se está llevando a cabo una actividad económica», añade. Y lo ejemplifica con el caso de los pisos de alquiler que hacen competencia, desde plataformas en Internet, al sector hotelero. «Ahí consiguieron detectar casos fraudulentos sin tener que entrar en las viviendas, sino atendiendo a otros indicadores», analiza.

«En los idiomas tenemos el problema añadido de los auxiliares de conversación»

Introduciendo en Google los términos de búsqueda «clases particulares Ourense» se despliegan varias páginas webs -como tusclasesparticulares.com o milanuncios.com- en las que cualquiera puede anunciarse como profesor. Ofimática, canto, piano, física, química, matemáticas, alemán, ruso, francés, inglés, geografía e historia, filosofía, programación... Y la horquilla de precios es tan variada como la de materias que se imparten: desde los cinco euros la hora hasta los veinte, aunque la media ronda los diez.

«Nosotros en el sector de idiomas tenemos un problema añadido que es el de que desde hace unos años la Xunta trae a varios auxiliares de conversación para los centros públicos que no tienen ni que ser docentes, simplemente piden una beca en su país de origen y se la conceden», explica Pablo Novoa. La idea en sí es buena, según su opinión. Sin embargo, incide en que muchos de ellos, en sus horas libres, se dedican a trabajar a domicilio. «Le pagan una beca de manutención, que tampoco es muy elevada, todo hay que decirlo. Pero yo he intentado contactar con alguno para ver si podíamos tramitar un permiso de trabajo complementario para dar clases en la academia y a las tres semanas de haber llegado a la ciudad ya te dicen que tienen el cupo cubierto y ninguna hora libre», relata.

Novoa cree que si en los departamentos de orientación de los centros en los que trabajan se les explicase que se trata de una actividad al margen de la ley y se intensificase el control sobre ellos, se reduciría considerablemente.