El comité anti sida atiende a una media diaria de cincuenta personas

Cándida Andaluz Corujo
cándida andaluz OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

IAGO CORTÓN

El colectivo se ha convertido en un centro asistencial contra la exclusión social

07 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El Comité Cidadán Anti Sida de Ourense acercó ayer la realidad de las personas con VIH al campus de Ourense. Concretamente a los futuros trabajadores del ámbito de las Ciencias Sociales y de la Educación, para que sean conscientes de la situación de discriminación a la que se ven enfrentadas en el ámbito laboral. La campaña lleva por título «#YoTrabajoPositivo. Sin discriminación por VIH» y recorre todo el mundo para instalar el mensaje de que compartir un espacio de trabajo no es una vía de transmisión del virus. Aunque se trata de una acción internacional, el comité anti sida ourensano subraya que en la provincia existe discriminación laboral y que la enfermedad es un estigma para los que la padecen y para sus familias. Aseguran que aunque la parte científica está completamente superada -se puede vivir con VIH- todavía queda mucho para que la social se equipare. A esto hay que añadir un nuevo repunte en el número de infectados, consecuencia directa de la superación médica de la enfermedad, que ha relajado la prevención entre las personas de riesgo. Cabe destacar que actualmente en el CHUO se lleva el seguimiento de 420 pacientes con VIH en las consultas de Medicina Interna.

El comité anti sida de Ourense tiene su sede en la calle Peña Trevinca y en los últimos años ha dado un cambio importante, relacionado directamente con la evolución de la enfermedad por la que nació y por la situación social del país. Hoy se ha convertido más en un centro contra la exclusión social que en un lugar al que solo acuden las personas afectadas por el VIH. Actualmente, por su programa Punto de Encuentro Calor y Café pasan unas 30 personas cada día. Muchos de los usuarios de este espacio no tienen un acceso normalizado a centros como el hogar del transeúnte o a un comedor social. Además, han puesto en marcha un banco de alimentos propio al que acuden todo tipo de personas necesitadas.

Desde 1994 cuenta con una casa de acogida, que sigue abierta, con ocho plazas. Por ella pasan al año una media de doce personas. La ocupan, normalmente, personas afectadas por VIH que carecen de recursos socioeconómicos y que no pueden contar, por su situación, con una vida familiar digna.

Otro de los programas que sigue funcionando es el de intercambio de jeringuillas y preservativos al que acuden unas diez personas todos los días. Es confidencial y pretende reducir los problemas de índole socio-sanitaria y minimizar los riesgos de la adicción a las drogas -sobre todo para aquellos que utilizan la vía parenteral como forma de consumo- y de las malas prácticas a la hora de preparar y administrarse la sustancia.

El comité se ha convertido en un centro asistencial, ya que en la actualidad atiende a más personas con riesgo de exclusión social no ligado al VIH que a enfermos. Incluso apuntan que en los grupos de autoapoyo se habla menos de la incidencia del VIH que de otros temas relacionados con la situación social. Esto ocurre, sobre todo, en los programas que desarrollan dentro de los centros penitenciarios. El comité cuenta con ayudas de las administraciones y varias fundaciones.