El archivo diocesano custodia más de 800 objetos de valor de las parroquias ourensanas

Fina Ulloa
fina ulloa OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

MIGUEL VILLAR

El miedo a robos en los templos del rural motiva los traslados

17 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

«En ocasiones, los fieles se oponen a que los sacerdotes guarden los objetos de valor: cruces procesionales, cálices, patenas, copones, custodias, imágenes de pequeño tamaño... en el Archivo Histórico Diocesano». La frase es del obispo de Ourense, Leonardo Lemos Montanet, y forma parte de una carta, publicada en la revista Comunidade el pasado mes de agosto. En ella se plasma la preocupación de la Diócesis ourensana por la inseguridad que existe en las pequeñas parroquias -especialmente en las zonas más rurales y despobladas- para la conservación de esos elementos que forman parte del patrimonio histórico-artístico. Cada vez más a menudo estos objetos se convierten en foco de atracción para los cacos que no solo sustraen lo que consideran que tiene algún valor, sino que provocan daños en puertas, ventanas y mobiliario.

En ese archivo diocesano al que alude el obispo, se guardan en estos momentos algo más de 800 piezas procedentes de distintas parroquias pero, según explica su director, Miguel Ángel González, «hay muchas más que todavía están guardadas o arrinconadas en algunas sacristías porque no se usan más que en fechas señaladas y muchas veces tampoco es que tengan gran valor, pero que al estar sin los cuidados necesarios, se están deteriorando irremediablemente».

La reticencia de los fieles, a la que alude el titular de la diócesis en su misiva, es una realidad que en ocasiones ha dado pie a enfrentamientos abiertos de los parroquianos con los sacerdotes. Los curas han tenido que escuchar, más de una vez, veladas acusaciones de haber vendido objetos que los vecinos consideran deben permanecer en su iglesia. Sobre todo cuando el objeto en cuestión era el foco sobre el que volcaban su devoción. Ese empeño de que la imagen -o una cruz, un copón o cualquier otro objeto- no salga de la parroquia ha llegado al punto de que esas piezas acaben en la casa de vecinos que se ofrecen a guardarlos.

Una solución que tanto el obispo como el archivero desaconsejan. «La mayoría de los que se prestan a ello son personas ancianas que asumen un grave compromiso porque convierten sus hogares en polos de atención para los amigos de lo ajeno», dice Lemos Montanet.

No obstante el archivero apunta que las cosas están cambiando. «Afortunadamente ese rechazo a que los objetos sean custodiados aquí va a menos, porque la conciencia de la gente en ese sentido ha cambiado mucho; tanto en lo que es conservar y no dejar que se deterioren las piezas, como también porque ven cómo los ladrones cada vez se mueven más por los pueblos y se dan cuenta de que son vulnerables», señala González García.

Ourense es la única diócesis de Galicia sin museo propio

El director del Archivo Histórico de la Diócesis de Ourense cree que la solución para conservar el patrimonio es construir el ansiado museo diocesano. «Ourense es de la única o de las pocas diócesis de España que no cuenta con uno, y desde luego la única de Galicia», señala Miguel Ángel González. El primer proyecto se hizo ya con Ángel Temiño como titular de la diócesis. «Todos los obispos han venido con la idea de que el museo es una necesidad, pero cada uno tiene su idea de cómo y dónde; y generalmente la anterior se para», señala Miguel Ángel González. Diéguez, por ejemplo, lo fijó ocupando la capilla del obispado con los aledaños y la parte que ocupa Cáritas, hasta un piso entero de lo que hoy es el edificio episcopal. Sin embargo Carlos Osoro «no quería oír hablar de mezclar el obispado y el museo» en el mismo edificio, y pensaba en Celanova. «Esa opción planteaba algunos problemas, como un cambios de propiedad con el ayuntamiento que llevaría una tramitación de muchas décadas y un presupuesto poco realista», opina Miguel Ángel González. Aquello no se materializó y Quinteiro Fiuza tampoco priorizó el proyecto museístico durante el tiempo que estuvo al frente. «Ahora parece que don Leonardo sí tiene ese interés en retomar la idea y cuando va a las parroquias se preocupa de saber cómo está de conservado lo que tienen», apunta el archivero. La capilla del obispado y el espacio que ocupa Cáritas en el edificio anexo a la Alameda do Bispo Cesáreo parece de nuevo la opción elegida, «pero necesita inversión extra porque hay que empezar por cambiar la cubierta», señala.

De todos modos el museo no expondría todos los objetos. «Un museo no es un almacenamiento. Hay que hacer un proyecto museográfico y primero ser realistas y hacer una valoración de lo que tenemos; porque posiblemente existan cosas en las que no es necesario poner demasiado énfasis» apunta recordando que existen objetos «de los que podemos tener trescientos iguales, y lógicamente con exponer uno representativo de esa época es suficiente», dice el archivero.

«Hay que priorizar y plantear una lógica en el relato para que quien lo visite pueda interpretar lo que ve», recomienda González. El experto apunta que además es necesario catalogar las piezas en función de su importancia histórica o artística «y darles su valor museístico, que no es lo mismo que el económico porque hay elementos que son valiosos en sí por lo que representan de idiosincrasia de una zona con maneras singulares de vivir a fe».

«Hay que ser realistas y hacer primero una valoración de lo que tenemos»