La hemoglobina de la lluvia

tareixa taboada OURENSE

OURENSE CIUDAD

MIGUEL VILLAR

«Tempo» de Isabell Seidel, acuarelas y tintas en el Museo Municipal.

14 ago 2017 . Actualizado a las 18:09 h.

«Soy del tipo de mujer que si quiero la luna me la bajo yo solita», F. Kahlo. La artista alemana Isabell Seidel ilumina las tres salas del Museo Municipal con Tempo, una exposición que presenta noventa y una escenas en las que la experta acuarelista visibiliza rincones de nuestro Ourense a través de la perspectiva del paisaje con valor afectivo y la trepidación acuosa y mágica de la lluvia que ha visto nacer a sus dos hijos.

Tiempo para la contemplación, para la espera, para el amor. Luces con sombras transitadas, esquivas como espectros. Figuras abocetadas, góticos y franciscanos austeros en el color y escuetos en el trazo son la síntesis del ser humano. Silenciosos avanzan proyectándose sobre un espacio atemporal, relacionándose entre sí o en un recogimiento casi místico, como levitando. Seres en tránsito, viajeros del tiempo peraltados sobre sus extremidades de insecto que se hipertrofian con un sentido de trascendencia, con una infinitud del ser que los convierte en estructuras, testigos de la dimensión del infinito.

Arquitecturas conocidas, espacios vividos, tránsito compartido.

La superposición de planos y el dominio de la luz se convierten en agentes de una atmósfera envolvente que trasciende a una atemporalidad que subraya el aspecto anónimo de los individuos sin interés por singularizar. El sujeto en tránsito es el colectivo humano, la propia humanidad, gente en sus desplazamientos urbanos. Estableciendo una aproximación en el lenguaje y comprensión de los espacios reconocibles y un distanciamiento afectivo y psicológico en la ambigüedad de los personajes y el desprecio de la anécdota contemporáneo. Lo hace mediante la supresión de la relación emocional entre sujetos, objetos y la restitución de una visibilidad enigmática de lo real con un matiz nietzscheano de angustia y dramático existencialismo que expone la soledad e incomunicación de la sociedad actual en las presencias sugeridas como seres marcados por las contradicciones en la búsqueda por hallar el sentido de la vida.

Una pintura sensorial

Paisajes acuosos y urbanos que desvelan en esta etapa la influencia del blanco y negro de la pintura de Óscar Cabana. Ampliando el tamaño del soporte plástico, su minimalismo cromático y los valores expresivos y atmosféricos que a través del paisaje urbano, experimenta. Sin embargo, Isabell aporta su mirada en femenino, humanizando el paisaje desde la escala. Asimila los valores espacialistas y arquitectónicos con una expresión de la luz y la sombra que proyecta muy contrastada en violentos planos que irradian valores sinestéticos. Una pintura sensorial bajo el concepto metafísico que en ella subyace como reveladora de la belleza latente de lo cotidiano y humilde amenazado por las garras de la apariencia y lo artificial.

Atraviesan sus personajes el tiempo, ágiles en la estructura que articula el esquemático esqueleto de su esencia con sutil refinamiento. Apuntalados y en silencio deambulan transitando el efecto de la luz en los cuerpos geométricos en las plazas, llenando de escueta algarabía las calles, las casas, los emplazamientos humectantes que transforman pigmentos y colores en charcos y reflejos de espejos de lluvia que devuelven la imagen invertida en sus destellos acerados, ensombrecidos por unas nubes de tormenta y nostalgia que afrentan a la luz del sol como hoz incandescente sobre el tiempo y el territorio del verano.

Lo sublime expande el significado del Romanticismo estético en la obra de la Seidel como una sacudida del paisaje en la memoria en la trepidación del suspiro en el instante en el que la imagen evoca la apnea del recuerdo a través de una disolución de las formas que va del trazo expresionista a la mancha abstracta estructural para transformar en espacios habitados los lugares, el apremio de los pasos bajo la lluvia en el claqué sordomudo de las calles mojadas y el reflejo de la luz invirtiendo imágenes.

Isabell, como en los Sumi-e japoneses, hace que la tinta resbale y en sus sangrados salpique contorneando el dibujo transformado en mancha multicromática por los efectos del agua y ambiental de los abigarrados celajes de Turner expandiendo una pincelada que se aproxima a la forma líquida, surco y canal de la abstracción.

La artista parte de un diálogo plástico basado en la acción directa con la realidad como Urban Sketcher y un intimismo expresivo que modela aspectos emocionales en el paisaje. Agorafobia en los espacios en blanco que maneja con soltura sin el vértigo del vacío. Cronista de un tiempo indefinido, de esa variedad emocional en la que el instante se perpetua para siempre.

crítica de arte