Las empresarias de Ourense le deben mucho a Angelines Quintela, fallecida el pasado lunes. «Era una adelantada a su tiempo, una mujer 10», recordaban ayer quienes la conocieron de cerca, por su enorme esfuerzo por visibilizar el papel de la mujer dentro de la empresa y, sobre todo, su valía. Quintela fue durante muchos años jefa de protocolo del Gobierno Civil. Más tarde montó su academia, por la que pasaron centenares de ourensanos, y al mismo tiempo fue gestando la primera asociación de mujeres empresarias (AME). Ella fue la fundadora, la que redactó los estatutos y la que, durante más de dos décadas, trató de poner a la entidad en el lugar que ella creía que se merecía, siempre empujando a otras compañeras a demostrar lo que eran capaces de hacer y fomentando el asociacionismo. Su enorme discreción hizo que pasara a un total segundo plano tras dejar la presidencia. Hasta costó que aceptase que la nombraran presidenta de honor, y nunca quiso homenajes. Se la podía ver a menudo en la calle, tomando un café y haciendo crucigramas. Pocos saben la edad que tenía. Eso era asunto suyo.