Julio Sampedro: «Recuerdo con tensión la noche del fin del milenio; no sabíamos qué iba a pasar»

Cándida Andaluz Corujo
cándida andaluz OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Santi M. Amil

Desde Velle se controla la marcha de más de cincuenta centrales hidroeléctricas de toda España

13 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Está amaneciendo en Ourense y es hora de que acabe su trabajo el personal del turno de noche de la central hidroeléctrica de Gas Natural en Velle. Este no es un lugar cualquiera. Desde aquí se vigila que no pase nada en más de cincuenta centrales de toda España. De Ourense depende cualquier problema que surja. Julio Sampedro empezó en la empresa con 22 años. Más de cuarenta de servicio, en una labor en la que ya trabajó su padre, y que domina. En 1998 realizaba su tarea en la central de Castrelo de Miño. Pero cuando se unificó todo el control en Velle tuvo que desplazarse. Hoy es supervisor del centro de supervisión. «Desde Velle se vigilan todas las centrales hidráulicas. Se lleva la gestión de los grupos. Se arrancan, se paran, se gestiona la energía que generan, se controlan y se vigilan por si hay algún problema y se busca la solución», explica. No importa que sea de mañana, tarde o noche, el trabajo es el mismo. «Centrales hay muchas. Antiguamente en cada una había gente a turnos. Todo eso se cerró, se automatizaron las plantas y se hizo un centro de control. Lo que antes era un turno en cada central ahora solo se vigila desde aquí». Aunque, afirma, siempre hay una persona de referencia en cada central por si fuera necesario hacer alguna maniobra de urgencia.

Pero, aunque el trabajo sea similar, las noches lo hacen diferente. «Es mucho más dura que el día, porque el cuerpo no se habitúa nunca a los cambios. Hay gente que lo lleva bien porque duerme de día, que es lo principal. A mí, personalmente, siempre me costó dormir de día, nunca fui capaz de hacerlo mas allá de las doce del mediodía y andas siempre escaso de sueño», explica Julio Sampedro. La semana completa del turno de noche se cambió hace tiempo al comprobar su dureza. «Al principio era una semana seguida, ahora solo se hacen turnos de noche de dos o tres jornadas , para que el cuerpo no se descompense», relata.

Además de vigilar la información de los ordenadores, los trabajadores pasean por la central para comprobar que todo está en orden. Es un trabajo más mental que físico. «Hoy estas mirando un ordenador con una cantidad de información muy grande. Cada planta es una responsabilidad. Pero también debes vigilar que se garanticen los caudales ecológicos y que no se produzca ningún escape, ya que nosotros trabajamos con muchos productos químicos. Hace dos días hubo una rotura en Cabanelas. El que está delante del ordenador es el primero que se entera y debe poner una solución. Es mucha responsabilidad», subraya. Son, los ordenadores, las principales herramientas de trabajo. Un fallo informático puede ser fatal. Por eso recuerda como la noche de más tensión la del 31 de diciembre de 1999. «Recuerdo el cambio de milenio. El temor y la inquietud que había. Hicimos un despliegue impresionante de medios por si fallaba algo. Había mucho nerviosismo. El temor era tanto que hasta el director de la unidad vino a hacer el turno de noche. La preocupación era máxima. Imagina tener más de cincuenta plantas telecomandadas desde aquí y que se caiga todo. El temor más grande de un centro de control es quedarse sin el control. Era una preocupación mundial y aunque se hicieron muchos estudios previos nadie sabía lo que iba a pasar», explica. Y no pasó nada.

También recuerda las noches en las que se adelanta o se retrasa el reloj por el cambio de estación: «Antes los ordenadores no preveían que en un día hubiera una hora menos o una hora más. Y a la hora de hacer el recuento nunca nos cuadraba. Ahora ya se arregló». Otro inconveniente nocturno es que si ocurre algo el procedimiento puede alargarse al tener que localizar a la persona encargada de la central y que se tenga que desplazar para cubrir el imprevisto. Además, si el sistema da una alerta, es necesario revisar todos los datos que a lo largo de la noche ha ido introduciendo el ordenador. Miles de coordenadas que hay que revisar para encontrar dónde está el fallo. La concentración es indispensable. Personalmente, dice Julio Sampedro, el turno de noche trastoca las relaciones sociales y cambia el sentido del humor: «No eres consciente, no te das cuenta... pero todo tu entorno nota que te falta sueño, que el carácter cambia mucho».