«Lo importante es la satisfacción de cumplir los objetivos que te marcas»

pepe seoane OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Santi M. Amil

Medalla de plata en el último campeonato de España, aspira a seguir progresando

02 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Confiesa Esperanza Fernández Iglesias (Ourense, 1966) que Million Dollar Baby, la película de Clint Eastwood ambientada en la práctica del boxeo por mujeres, le causó una gran impresión. Era 2004. Tanto le atrajo que allá se fue ella al gimnasio que tenía más a mano para preguntar si podía boxear. No era posible. Le ofrecieron como alternativa el taekuondo, esa actividad de la cada quien tiene su imagen y que tampoco le producía un especial interés. De entrada, vaya, no le gustaba, pero lo aceptó como una alternativa, cómoda por proximidad a su casa y para mantenerse en forma. Pasarlo bien y engancharse llegó después.

Le ocurrió entonces algo parecido a lo que años atrás había vivido con los estudios de Derecho. No era su primera opción, cuando llegó el momento de dejar Josefinas para crecer en la universidad, pero poco a poco le fue gustando. Con el taekuondo le pasó algo parecido. Empezó remoloneando, pero poco tiempo necesitó para saborearlo y disfrutarlo.

Se confiesa Esperanza competitiva. Siempre con objetivos por delante. «Lo importante es la satisfacción de haber cumplido los objetivos que te vas marcando», dice esta mujer que en solo doce años ha ido progresando. Quemó distintas etapas, subió de categorías y ha alcanzado el subcampeonato de España en su categoría, la técnica, Máster 2, en la que no hay contacto físico, sino que los golpes simplemente se marcan, mientras cinco jueces siguen la evolución y los movimientos. Logró la medalla del plata el pasado 11 de marzo en Cartagena. Y la de bronce el día 24 en el Open de España. Cualquiera podía estar contento. Ella no. Su objetivo es el oro. Como lo es participar en el europeo. Todo se andará.

Abogada, vicedecana del colegio profesional en Ourense y responsable del turno de oficio, el trabajo le ocupa muchas horas a lo largo del día, pero no perdona su sesión de entrenamiento cada noche. Los ritmos son diferentes, aclara, según sea etapa de competición o no, pero prácticamente entrena en serio a diario, a última hora, cuando la toga descansa y el despacho está cerrado.

La pasión por el taekuondo es relativamente reciente, pues no fue algo que descubriera en la infancia o la adolescencia y la marcara, pero el deporte, según recuerda, siempre le interesó. Incluso en la época escolar, cuando algunas compañeras buscaban que las declararan exentas para evitar las clases de gimnasia y poder dedicarse a estudiar sin perder ni una hora, ella marcaba distancia. «Me gustaba el deporte: el sobresaliente en educación física lo ganaba a pulso».

Desde Santa Cruz de Arrabaldo lo tenía difícil. No había tantos buses como ahora y tampoco podía permitirse ciertos lujos, ni abusar de sus padres, «que bastantes esfuerzos tenían que hacer para que yo pudiera estudiar». Quiso estudiar periodismo. Pero envió tarde la solicitud a la Universidad de Navarra, por lo que se quedó fuera. Creyó que el mundo se le caía encima, entusiasmada como estaba. Optó por Derecho en Santiago. Y cuando ya estaba encarrilada, se apuntó a un gimnasio, pero ella, que siempre estudió con becas, veía que le quitaba tiempo para lo que realmente importaba. Lo dejó. Hasta que en su camino se cruzaron Clint Eastwood, Hillary Swank, Morgan Freeman, la atmósfera y la tensión de Million Dollar Baby. ¿Y por qué no? se preguntó cuando vio la película. Decidida. Fue dicho y hecho. Paso a paso, uno detrás de otro, reto a reto, ya ronda la cima...

«Me impresionó ‘Million Dollar Baby’, quise boxear y acabé atrapada por el taekuondo»

«Desde niña me gustaba el deporte: el sobresaliente en educación física lo ganaba a pulso»

«Empecé sin vocación, es verdad, pero me encanta la abogacía»

Con la carrera de Derecho terminada, Esperanza empezó a preparar oposiciones. Quería ser fiscal. Le surgió la posibilidad de incorporarse al equipo del ministerio público en Ourense y allí estuvo diez años ejerciendo como fiscal. El primero aún intentó seguir con la oposición, pero después renunció. «Era materialmente imposible. Si quieres preparar una oposición en serio, necesitas dedicarle doce horas de estudio. Opté por lo más fácil», dice ahora, con el recuerdo del sueldo fijo todos los meses y «una etapa en la que aprendí muchísimo y me sentí querida, aunque me faltaba algo».

De la misma forma que tiene presente su primera vista como fiscal, que fue un accidente y se celebró en el Juzgado de Ribadavia, su primera intervención como abogado no la recuerda. «Sin embargo, tengo muy claro que empecé sin vocación, pero me encanta la abogacía. Tengo una imagen muy fresca, pese a los años transcurridos, ocurrida a los pocos días de dejar la fiscalía: en una oficina me preguntaron cuál era mi trabajo y noté que me gustaba y estaba convencida al decir que era abogada».