«El teatro es un instante de magia que luego desaparece y se olvida»

xosé manoel rodríguez OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Santi M. Amil

Marisa Calvo se confiesa una apasionada de la obra de Blanco Amor, al que conoció

12 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El rincón de la ciudad donde convergen muchos de los recuerdos familiares y el legado de algunas de las personas que influyeron en su vida es la Praza do Trigo. En ella evoca Marisa Calvo las referencias maternas que daban cuenta de los juegos en la plaza y en el patín de la catedral, de la familia de Blanco Amor -la madre de Marisa nació en 1902, llegó a los 101 años, y conoció a la madre del escritor: «La florista tenía el negocio un poco más allá»- y está la calle del Olvido, espacio al que Matilde Lloria le dedicó un poema.

Y es que aunque ella matiza en todo momento que su paso por el mundo de la escena son «historias viejas», su vinculación con el teatro y la docencia marcaron su vida. Cita cuatro nombres para fijar influencias: Xaquín Lorenzo, Segundo Alvarado, Matilde Lloria y Juansarás. Con Xocas descubrió en el colegio las obras de Buero Vallejo, con Alvarado empezó en el teatro, perteneció a un pequeño coro en Concepción Arenal y recuerda las sesiones en la catedral y los ensayos con Juansarás en el piano de su casa. Matilde Lloria es una de sus devociones, también su asignatura pendiente. Era la médica de la familia y la que incentivó la sensibilidad y creatividad de Marisa Calvo cuando era niña: «Me metió en el mundo de la poesía, iba a jugar a su casa con sus sobrinas, me inculcó el amor por los libros y la acampañaba cuando iba a recitar a Radio Orense». Cree que rendir homenaje a Matilde Lloria es una deuda que ella, la ciudad y Galicia tienen con la autora.

En la escena se inició de la mano de Segundo Alvarado con los clásicos. De aquel primer grupo juvenil pasaron a ser Valle Inclán y más tarde algunos de los integrantes se segregaron para crear el proyecto Histrión 70. «Fuimos tres: José Manuel Blanco Gil, Abelardo Pérez Gabriel y yo». El nuevo proyecto supuso un punto de inflexión y con su montaje La lección, sobre el texto de Ionesco, obtuvieron un reconocimiento unánime y, en su caso, el premio nacional que recibió en Jaén. Marisa Calvo recuerda que Histrión 70 marcó época en Ourense y en Galicia: «Realizamos representaciones por varias ciudades de España y participamos en dos ediciones de la Mostra de Ribadavia». De aquellos años viene una de sus devociones, que confiesa con pasión: «Soy muy fan de Blanco Amor».

El escritor regresara a la ciudad pero no había sido bien acogido: «Alvarado sí que se volcó con él en todo lo que pudo y mantenían una buena relación. Y nosotros, los del grupo de teatro, íbamos con Blanco Amor a tomar café al Miño e incluso en alguna ocasión fuimos a cenar con él». Su pasión blancoamoriana es La catedral y el niño porque ahí están sus recuerdos y el autor plasmó todos aquellos juegos en la reja de la catedral y en el barrio.

Marisa Calvo también vivió el teatro desde fuera del escenario. Maestra y licenciada en Filología Hispánica, impartió clases de Lengua y Literatura en Franciscana y en el IES Blanco Amor. En esa etapa se decantó por la dirección, creando los grupos Ronsel y Tiruleque, y confiesa que «el teatro cubrió muchos años de mi vida, pero lo que más me gustaba era la dirección y esa parte educativa del teatro en la etapa juvenil e infantil». Vuelve atrás, recuerda los nombres citados y alguno más, y sentencia: «Los maestros que tienen pasión por lo que hacen dejan huella en las personas».

 

En la etapa de Histrión 70 tuvo la oportunidad de dedicarse profesionalmente al teatro o al cine, con ofertas firmes sobre la mesa, pero prefirió concluir sus estudios universitarios. Las circunstancias la apartaron de la escena y de la docencia, al fallecer su padre se centró en el negocio familiar, y luego fue derivando hacia su otra gran pasión: la literatura y la poesía. Rememora proyectos y vivencias para sentenciar: «El teatro es siempre el olvidado. La pintura o la escultura permanecen, el teatro no. Es un instante de magia que luego desaparece, puede que se recuerde un tiempo, mas después se desvanece».

Escena y docencia. Praza do Trigo.

en primera persona

Escena y docencia. Marisa Calvo fue actriz en el Grupo Valle Inclán y en Histrión 70. Se dedicó temporalmente a la docencia y dirigió grupos de teatro en los centros donde trabajó. Más que la actuación, confiesa que lo suyo era la dirección, faceta en la que disfrutó.

Praza do Trigo. La catedral, la plaza, la calle del Olvido o la de las tiendas son escenarios que forman parte de los recuerdos entrañables de la exactriz y profesora.

El premio de Sarabela fue un reconocimiento «a todos un grupo de gente de Ourense»

Marisa Calvo siempre estuvo vinculada a iniciativas culturales y ha participado en numerosos recitales. En la actualidad forma parte de la tertulia matinal que se lleva a cabo en el café Princesa -Xoán XXIII-, en la que participan los poetas Víctor Campio y Vázquez Naval entre otros, y coordina la tertulia literaria de mujeres que se celebra todos los lunes en el Liceo de Ourense. En el 2011 le otorgaron el Premio de Honra da Miteu por su faceta como actriz. Lo recuerda con un especial cariño: «No tanto por mí, como persona, sino por el hecho de que estos jóvenes que tienen un presente tan bueno y un extraordinario futuro -los componentes de Sarabela- se recordasen de que hace años había una inquietud y un trabajo en el mundo del teatro en Ourense y se hacían cosas». Cita a algunos de los compañeros que ya no están y que siguieron vinculados a distintas facetas culturales -Blanco Gil, Rafael Huete y otros- y elogia a Pérez Gabriel: «Fue un valiente, lo dejó todo para dedicarse por entero a lo que le gustaba».