El plan de acogida de Cruz Roja atendió en lo que va de año a 1.200 personas

Fina Ulloa
Fina Ulloa OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

MIGUEL VILLAR

Uno de cada cuatro necesitaron ayudas urgentes para cubrir necesidades básicas como la alimentación o el pago de recibos

20 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde enero a noviembre de este año el Punto de Atención Inmediata (PAI) de Cruz Roja ha atendido a 1.200 vecinos de Ourense que se encontraban en una situación de riesgo social y buscaron ayuda en la entidad. «La cifra es similar a la de años anteriores porque solemos cerrar el año entre 1.200 y 1.300 personas», señala María Martínez Nóvoa, la responsable de este servicio de acogida y primera atención. Y es que, al menos de momento, la supuesta remontada de la crisis económica no parece tener un reflejo en este servicio. «Nosotros realmente no estamos notando que baje la demanda, las cifras siguen igual al año pasado y al anterior» apunta cuando se le pregunta si no perciben cambios para mejor.

El PAI es la puerta de entrada a los distintos programas de la entidad -ya que desde este servicio comienza a perfilarse un itinerario que puede implicar a otros de la entidad- pero también un lugar en el que el usuario recibe orientación y ayuda para acceder a otros recursos públicos o privados fuera de Cruz Roja que pueden servirle para salir de una situación de emergencia social. «Esto es como las urgencias de un hospital. No hay ningún tipo de filtro. Llegan personas con todo tipo de necesidades y perfiles y nuestro objetivo final es ayudarles a encontrar una solución, aunque sin crear falsas expectativas», resume María Martínez.

El punto de atención inmediata comenzó a funcionar en el año 2013 y supuso un cambio organizativo importante en la entidad para centralizar esa primera acogida de quienes acuden para pedir cualquier tipo de ayuda. Su objetivo es analizar en profundidad las circunstancias de cada persona para conocer «el problema de base, al margen de esa necesidad puntual que les hace acercarse a nosotros, para poder ayudarle a mejorar de forma global su situación», señala la técnico.

Frenar la desesperación

Precisamente por eso la atención de los que llegan a este servicio requiere a menudo una buena dosis de paciencia para romper la sensación de urgencia que ha llevado a la persona a las puertas de la entidad.

«La gente llega muchas veces con un grado de desesperación muy elevado y quiere resolver el problema que en ese momento le acucia, como pagar un servicio básico, o comprar las gafas de su hijo, por ejemplo. Pero de nada sirve que hoy le demos una ayuda puntual para comida o para el alquiler, si no tiene trabajo y el mes siguiente va a encontrarse con las mismas dificultades», relata María Martínez. Así que, además de la ayuda puntual, el equipo del PAI trata de hacer una intervención global. «Lo que queremos es crear un itinerario de mejora de sus condiciones, que esté motivada, que se prepare para tener más capacitación laboral, informarle y ayudarle a gestionar otras ayudas públicas a las que puede tener derecho y no lo sabe, como una renta de inserción o las lineas de apoyo para gasto energético», ejemplifica la responsable del servicio.

Familias con hijos

Aunque al servicio llegan todo tipo de realidades y hay variedad en cuanto al perfil, lo más común es que el equipo que trabaja en este servicio se encuentre con familias con hijos en edad escolar «porque precisamente a raíz de la crisis ha bajado bastante la media de edad, y la mayoría están por debajo de los cincuenta, aunque por supuesto también hay gente más mayor», aclara la responsable del PAI. La mitad de los 1.200 casos abiertos este año son de usuarios nuevos que nunca antes habían estado en Cruz Roja. El resto habían recibido apoyo anteriormente y, tras una mejora temporal de sus condiciones de vida, vuelven a encontrarse en situación de emergencia. «En general todos son personas en situación de desempleo o con empleo en precario, es decir que tienen trabajos temporales o con un número de horas que realmente lo que ingresan no les permiten hacer frente a sus necesidades básicas para salir adelante», explica Martínez Nóvoa.

Las intervenciones inmediatas más comunes que se realizan son ayudas para cubrir gastos relacionados con la vivienda, como la factura de la luz o del alquiler «además de para la alimentación, algo que, en el caso de las familias con hijos es esencial que se cubra porque a veces el miedo a ser desahuciado o a quedar sin algún suministro básico hace que reduzcan por ejemplo en la compra de alimentos», señala.

En lo que va de año la entidad ha realizado 412 entregas inmediatas para cubrir esas necesidades básicas a 291 usuarios. Ochenta personas han recibido ayuda para sufragar el alquiler. A ello hay que sumar otras ayudas esenciales para las familias en septiembre, cuando hay que afrontar la vuelta al colegio de los menores con gastos extraordinarios «como el material escolar complementario, al margen de los libros; o la compra de ropa como el chándal o las zapatillas para gimnasia, porque realmente no se pueden permitir».

En total 220 niños se han beneficiado de estas ayudas. Precisamente el mes de septiembre es de los que lleva a más personas a este servicio de Cruz Roja en Ourense. Todas estas ayudas se financian con cargo a la cantidad que la institución recibe a través de la X de la declaración del IRPF.

Formación especial para potenciar las habilidades del voluntariado

El Punto de Atención Inmediata de Cruz Roja está atendido por cuatro técnicos y quince voluntarios. El voluntariado, siempre esencial en la entidad, tiene en este servicio una importancia crucial. «Realizar esta labor requiere un alto grado de compromiso y habilidades de empatía y comunicación que nosotros nos encargamos de darles en formación», aclara María Martínez. Se les enseña a conseguir que el usuario se sienta cómodo y perciba que le escuchan de forma proactiva. Algo esencial, explican, para conocer la verdadera envergadura del problema y lograr su implicación en el proceso de mejora. «El voluntario aprende desde cómo afrontar la entrevista para preguntar sin que nadie se sienta juzgado o cuestionado, a técnicas para recoger y registrar la información, ademas de conocer los recursos, nuestros y ajenos, para que sepan qué respuestas podemos dar en cada caso para lograr el objetivo final que es ayudar a esa personas, señala Martínez.

Talleres complementarios para aprender a reducir gastos o a mejorar el ánimo

La ayuda inmediata y la derivación a otros servicios para buscar esa mejora global de la situación es solo una parte de la labor que Cruz Roja presta a los vecinos más desfavorecidos. Se organizan además talleres como los orientados al ahorro doméstico o los enfocados a evitar el desánimo y la depresión.

En los primeros, además de ofrecerles recomendaciones para reducir algunas de sus facturas y poder así optimizar sus recursos, se les informa de otras lineas de ayuda que existen para que puedan aprovecharlas. En el segundo se trabaja la situación emocional y la autoestima.

María Martínez relata que «la crisis no solo afecta a lo económico; afecta a la relación entre la familia, con los hijos, y también con el resto de la sociedad; y se acaba cayendo en la apatía o en la desmoralización».

Precisamente para evitar esas situaciones de bajón anímico este verano se estrenó el programa de bienestar personal y activación social. Su éxito ha provocado que ya haya lista de espera para la edición del próximo año.

Pero no solo los usuarios tienen ese refuerzo que les ayuda a afrontar de forma más positiva la dura realidad.

Este es un aspecto que también se cuida en la formación de los voluntarios que trabajan en el PAI. «Escuchar día tras día situaciones crudas y dramáticas también puede afectar en su ánimo y ellos no tienen por qué estar curtidos en este tipo de cuestiones. Por eso siempre estamos atentos también a cuidar a los voluntarios, porque trabajamos para personas pero nosotros no somos máquinas, también somos personas», concluye.