Que esté bajo mínimos es lo habitual en los turnos de sábados por la tarde y domingos por la mañana. El pasado sábado no fue distinto, sino peor. O se dejaban las banderas de la entrada sin nadie que las vigilara, se cerraban las puertas y se desconectaban los teléfonos, o se pedía apoyo externo. No había más personal de servicio en As Lagoas para poder trasladar a un detenido hasta el juzgado. Y si cualquiera de esas tardes se desvían a la policía local requerimientos relacionados con la seguridad ciudadana, para esta labor de transporte se acudió a la policía autonómica, que, a fin de cuentas, también son funcionarios del mismo Cuerpo Nacional de Policía aunque destinados en la llamada unidad adscrita. Dos agentes, de paisano y sin uniforme, se encargaron de ese penúltimo traslado de ida y vuelta a la comisaría. Porque para la última etapa, en realidad, volvió a entrar en escena la Guardia Civil, que, como el taxi más completo, llevó al detenido en uno de sus vehículos desde As Lagoas hasta Pereiro, toda vez que el juez había decidido su ingreso en prisión.
Denuncias sindicales
Atrás quedaban cuatro servicios, la intervención de tres cuerpos de seguridad diferentes y la constatación de que el protocolo no es, al menos en Ourense, todo lo eficaz que sería deseable. Lo llevan denunciado los sindicatos, particularmente el mayoritario SUP, que no dejan de reclaman más personal para atender los servicios de manera eficaz y racional, pero las reclamaciones caen en saco roto.