Las obras en el recinto del Campo da Feira agotan la paciencia de los comerciantes

Fina Ulloa
Fina Ulloa OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

MIGUEL VILLAR

El cierre de la zona destinada a la comida también generó críticas del público que pensaba disfrutar del pulpo y la carne

18 nov 2016 . Actualizado a las 18:54 h.

La feria de ayer en la capital ouensana fue incompleta. El recinto que acoge la zona de comidas permanecía cerrado por las obras de remodelación que se están realizando. Tan solo los ambulantes que se instalan en la explanada superior, como los vendedores de plantas, tenían permiso para colocar sus puestos.

Algunos habituales de la gastronomía ferial, que no se habían enterado del cierre, se mostraban frustrados. También quienes, como Francisco Javier Ferreira tienen pocas oportunidades de degustar el pulpo y la carne ó caldeiro en su entorno más propio. «Levo 33 anos en Suiza e estou de vacacións. Hoxe viñen de pe feito para comer o pulpo e atopeime con esto feito un desastre», relataba.

Pero quienes peor llevan este nuevo parón en el funcionamiento del recinto son los propios comerciantes, concretamente aquellos que en esta jornada tuvieron que quedarse en casa: las pulpeiras y los taberneros que se encargan de preparar el tradicional menú.

La mayoría dicen estar cansados de las continuas obras de remodelación de un espacio que, recuerdan, se inauguró hace media docena de años tras una obra que fue presupuestada en más de millón y medio de euros. «Van a cachitos. Primero que si ponemos un cristal, luego que si hay que cerrar más y así, en plan goteo, no sé ya cuantas reformas le hicieron», señala Remedios Mena, de la taberna número 1. A esta hostelera no le parece razonable que se espere al invierno para hacer obras. «Lo lógico es que si tienes que hacerlas, te programes y las hagas en verano, cuando los días son más largos y rinde más la jornada; y también organices para no tener que perder un día de feria».

Fecha inoportuna

Su opinión es compartida por otros de los que ayer se quedaron sin abrir su negocio. Creen que se eligió mal la fecha y que la obra tampoco está yendo al ritmo deseable. «Podían haber empezado o dezaoito, porque da feira do dezasete á do sete van vinte días, e nese tempo pódese facer tranquilamente», señalan. Cuentan, además que los obreros comenzaron al día siguiente de la última cita, la del día 7, pero que hubo jornadas en las que no se vio actividad. «Viñeron o martes e o mércores pero polo menos o xoves e o venres desa primeira semana alí non se viu a ninguén», comentan.

Los titulares de los puestos de comida de la feria entienden, eso sí, que los arreglos son necesarios. «A reforma había que facela, porque por exemplo tiña algunhas chapas que estaban mal e a xente tropezaba nelas; o que non sei é se precisan máis tempo que os quince días», opina Isaura, una de las pulpeiras con puesto fijo en este recinto. Ella cree que si se hubiese avisado con más tiempo quizá hubiese sido posible organizar «unha zona cuberta de toldos» para quienes quisieran disfrutar del pulpo y el resto del menú.

Remedios también apunta los problemas con las rejillas de los sumideros, que se han llenado de tierra, según opinan, arrastrada por la lluvia debido al desnivel que hay entre esta zona y la carretera. En definitiva, los afectados reconocen que el lugar tiene problemas pero son varios los que recuerdan que cuando se inició la reforma integral se les vendió un proyecto «estupendo y confortable en el que incluso iban a colocar una bomba de calor que iba a ser como una calefacción desde el suelo; pero ni bomba, ni calor, ni nada que se le parezca».

Muy pocos entienden cómo se recepcionó aquella obra sin constatar que todo estaba como se encargó y funcionaba como debería «como fai calquera na súa casa antes de pagarlle ó contratista».

La principal preocupación de los titulares de los puestos de comida es si la obra estará concluida para la cita del día 7 de diciembre, que es una de las mejores del invierno porque coincide con el puente de la Constitución.

La Xunta aporta el 70 % de esta nueva reforma que costará 42.000 euros

Según la información que en su día facilitó el Concello sobre la adjudicación de la obra, los trabajos que se están desarrollando en el recinto incluyen la reparación y reposición de los paneles del suelo que estaban deteriorados, así como de fregaderos y mesas, entre otras obras de mejora en zonas comunes que se han deteriorado. El presupuesto asciende a 42.000 euros, pero las arcas municipales solo aportan el 30 % ya que el resto lo asume la Xunta de Galicia. Esta cifra viene a engordar la lista de gastos que el nuevo recinto ferial viene ocasionando en los últimos seis años; desde su remodelación integral que costó 1,6 millones de euros.