En la capital se aprovechan el 15 % de los puntos termales catalogados

Ruth Nóvoa de Manuel
ruth nóvoa OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Santi M. Amil

El calor del suelo, además del balneario, tiene un gran potencial energético

07 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Que Ourense tiene un gran potencial termal es un argumento, fundamentalmente turístico, indiscutible. Tanto los vecinos como los visitantes que llegan atraídos por el termalismo constatan la importancia del sector. Pero, en lo que a relevancia geológica se refiere, lo que se ve a simple vista es solo la punta del iceberg. Eso es algo que saben muy bien en la Facultad de Ciencias, que estudia los circuitos hidrológicos de las aguas termales. Gracias a su trabajo se sabe que en el municipio de Ourense existen 104 puntos termales, que cumplen con varios condicionantes para ser así considerados, como la temperatura (de entre 18,7 y 70,2 grados centígrados) y determinados parámetros de conductividad. A esta lista se añade otra, de 38 localizaciones, donde se detectan los denominados indicios de termalidad, que entre sus características tienen alguna no clasificable como termal. En este caso las temperaturas oscilas entre 13 y 25,2 grados y la conductividad es menor. Estos hitos está distribuidos, principalmente, en las riberas de los ríos Miño, Barbaña, Lonia y desembocadura de Porto. Tal y como explica el profesor Pedro Araujo, son los ejes topográficos más bajos de la denominada, morfológicamente, Hoya de Ourense.

«Independiente del número de manantiales, lo que sí podemos afirmar es que el conjunto que conforma el yacimiento termal de la ciudad de Ourense abarca una amplia extensión con altas temperaturas e importantes concentraciones de sales minerales», detalla.

Preguntado por el rendimiento de este centenar largo de puntos termales Araujo asegura que no resulta fácil aportar un porcentaje porque, ¿cómo se mide esa utilidad? En todo caso, apunta que se usan entre el 10 y el 15 %, incluyendo los puntos más conocidos como A Chavasqueira o el Muiño da Veiga.

En todo caso recuerda que se trata de puntos situados en una gran bañera bajo el suelo: «En realidad nosotros pensamos que hay dos: un yacimiento sería el de la zona de As Burgas y otro el de la ribera del Miño. Da la sensación de que no están conectados pero queremos estudiarlo porque eso nos dirá cómo deben utilizarse».

El trabajo que realizan en Ciencias es fundamental, sobre todo pensando en el futuro. Y es que la salud de los yacimientos termales pasa porque se mantengan los niveles de temperatura y caudal. Los datos históricos disponibles no se separan de los actuales pero existe también el propósito de generarlos para más adelante.

Aunque el uso balneario sea la cara más conocida de las aguas termales la distribución del calor generado por las mismas interesa más por cuestiones energéticas. «El nuevo edificio del campus del agua está planificado con energía geotérmica, energía que sale del calor del suelo», pone Araujo como ejemplo de ese potencial subterráneo. De hecho recuerda que el propio campus hizo hace años un aprovechamiento, a través de sondeos y pozos, que permitió dotar de calefacción al edificio administrativo. «Si en una zona normal se puede aprovechar el calor a través de bombas que lo extraigan, en una zona como esta, en la que en el subsuelo la temperatura es significativamente alta... el aprovechamiento siempre va a ser más elevado», explica.

La Facultad de Ciencias estudia la edad de los yacimientos y las zonas de recarga

Uno de los objetivos, explica Pedro Araujo, de los estudios que llevan a cabo en Facultad de Ciencias es lograr datos que permitan diferenciar los yacimientos y conocer su edad, «el tiempo que el agua tarda en llegar al interior y volver a salir». Y es que aunque disponen ya de mucha material profundizar permitiría hacer, con más exactitud, un mapa de distribución del calor. También resultan de interés las zonas de recarga. «Estas son aguas de precipitación, de lluvia. La fuente es donde descarga el acuífero pero se alimenta en algún lado. El agua que sale es en función del agua que está entrando. En ese sentido determinar el área que se va recargando con la lluvia es interesante. Cuánto más delimitadas estén mejor se verá cómo no afectarlas», explica Pedro Araujo.

El porqué

Las rocas que componen el subsuelo de Ourense, según explican desde Ciencias, tienen naturaleza granítica. «El río Miño actúa casi de frontera entre el granito adamellítico, al Norte, y la granodiorita, al Sur. Estas litologías marcarán su impronta en la composición química de las aguas aflorantes en uno y otro material», especifican. La presencia de elementos radioactivos en este tipo de litologías, cuya desintegración genera un calor superior en ocho veces al obtenido en rocas de otra naturaleza, explicaría la anomalía geotérmica que define a Ourense. Pero también influye la fracturación -«fallas y diaclasas, planos de rotura»- que genera la porosidad. Esta permite que circule, y acabe aflorando, el agua termal.