Tras ser redimida por la nueva gestora, Laura Seara trasladó el «indulto» a los cinco exediles expulsados en 2014
20 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Fueron señalados como traidores y perdieron todos sus derechos como militantes. Sin embargo, los aires han cambiado en el PSOE y, además de virar hacia abstención y derrocar a Pedro Sánchez, la nueva gestora ha decidido saldar deudas del pasado. Así, casi tres años después de ser suspendidos de militancia, los cinco exconcejales expulsados en el año 2014 vuelven triunfantes y se presentan ahora como víctimas de un «castigo político», como mártires.
La paz interna suele durar poco en el PSOE ourensano. De hecho, después de renovar la alcaldía en las elecciones del 2011, los socialistas vivían uno de sus mejores momentos, pero ese mandato acabó convirtiéndose en un calvario para el partido. La operación Pokémon, que la jueza Pilar de Lara aún tiene en fase de instrucción, se llevó por delante al entonces alcalde, Francisco Rodríguez, y los socialistas perdieron el apoyo del BNG. Cuando parecía difícil complicar aún más la situación, en el año 2013 saltó por los aires la ya por aquel entonces frágil unidad del ejecutivo del PSOE.
El detonante de la expulsión de los cinco ediles conocidos como díscolos -Antonio Rodríguez Penín, Susana Bayo, Mónica Vázquez, María Devesa y Alfonso Vilachá- fue el plante que estos escenificaron en un pleno municipal celebrado en diciembre de ese año 2013 en el que el alcalde, entonces ya Agustín Fernández, pretendía imponer la disciplina de voto para negar a un trabajador del Concello la posibilidad de compatibilizar su empleo con la docencia universitaria. Sin embargo, la crisis llevaba meses provocando desencuentros más o menos sonados entre los díscolos (bautizados como pachistas por sus vínculos con el ex secretario general Pachi Vázquez) y los fieles al regidor (conocidos como paquistas por el exalcalde Francisco Rodríguez).
Retirada de competencias, conflictos por los gastos del grupo en fiestas con alcohol y mariachis y otros enfrentamientos lastraron el día a día del gobierno. Aquella batalla la ganaron los paquistas con la suspensión de militancia de los críticos, pero la guerra la perdió el PSOE en las siguientes elecciones al dejar escapar la alcaldía y casi la mitad de su representación (pasó de tener once concejales a los seis actuales). El pachismo, muy debilitado por la falta de apoyos a nivel autonómico y federal, no pudo hacer nada por los díscolos y el expediente que se les abrió por su «indisciplina» nunca llegó a resolverse. Hasta ahora.
Tras la afrenta de la dirección de Pedro Sánchez, que la vetó para repetir como diputada, la nueva gestora ha redimido a la ourensana Laura Seara encargándole que coordine el área de Organización del partido a nivel federal. Ella, pese a sus últimos desencuentros con ese sector del partido, no se ha olvidado de los cinco exediles suspendidos. Seara fue la encargada de informarles de que volvían a ser militantes. Lo hizo con una llamada a Antonio Rodríguez Penín. «Xa ía sendo hora. O que nos pasou foi un castigo político sen ningún outro sustento», decía ayer el exconcejal, considerado como el cabecilla de aquel grupo.
La contestación interna y las asambleas críticas cuestionan a la dirección provincial
La vuelta de los cinco exediles díscolos a la militancia es una pequeña victoria para la dirección provincial del PSOE, que empieza a encontrar los apoyos en la dirección federal que hasta ahora se le negaban. Sin embargo, la cúpula del partido en Ourense está siendo muy cuestionada. El último motivo: la posible abstención de los socialistas en una nueva investidura de Rajoy.
Un sector de la ejecutiva consiguió las firmas necesarias para forzar una reunión en la que pretendían lanzar un pronunciamiento a favor del no, pero su propuesta no llegó a votarse. Ayer ambos bandos seguían discutiendo sobre quién habría ganado. Los críticos aseguran que ya son mayoría en ese órgano y su dimisión en bloque podría hacer caer a la dirección, pero no piensan hacerlo porque sería sustituida por una gestora que nombraría Madrid, por lo que seguiría sin estar bajo su control.
En todo caso, los partidarios del no hacen estos días fuerza con asambleas de la militancia para instar al comité federal a no optar por la abstención. Comandadas por sus líderes locales (algunos, alcaldes), ya se han pronunciado así las agrupaciones de O Barco, Verín o Ribadavia, entre otras. Hoy lo hará la de Ourense, a la que pertenece la diputada autonómica Noela Blanco. Esta insistía ayer en el no: «Levan meses intentando inocular no PSOE o que algúns chaman ‘xen da responsabilidade’ cando o maior exercicio de irresponsabilidade [...] sería permitir que Rajoy siga sendo presidente».