¿Qué tienen los bares pequeños?

Ana Abelenda, Juan Capeáns, Noelia Silvosa, Tania Taboada

OURENSE CIUDAD

Antonio Cortés

Pueden con todo. Da igual que no haya mesa. Incluso comer con el plato de plástico en la calle. Haga frío o calor, hay sitios minúsculos que revientan. Y este abarrote no es por casualidad. Nos colamos en los locales más pequeños con el éxito más grande.

13 ago 2016 . Actualizado a las 16:58 h.

No importa que para pedir haya que alcanzar la barra a codazos. Ni siquiera que uno tenga que tomarse el pincho de pie o sentarse en cualquier portal croqueta en mano. Qué va. La pequeñez de estos sitios es precisamente lo que les hace grandes. Vamos a algunos de esos locales pequeños que están día tras día hasta arriba de gente. A ver si así descubrimos su secreto.

De tapas por Ourense

El ruido es vida y se contagia. Es el jaleo lo que anima a muchos a abrir la noche ourensana en la zona de los vinos. Si en la praza do Ferro hay que parar sí o sí en O Eironciño por las patatas bravas y los calamares, Fuentefría es otro clásico pequeño y matón de la ciudad de As Burgas. Sus «afumados» lo ponen a reventar de gente cuando el día empieza a apagar la luz para atenuar el calor. Algunos tirán p'al ahumado pero otros se quedan con el jamón asado en Fuentefría, lugar de tapas de premio y de parada obligatoria, del que suele decirse que bien vale la pena esperar. No lo decimos solo nosotros; que eso advierte a YES uno de sus asiduos, Rafael, que lleva abonado tres años al buen ambiente del tapeo nocturno en Ourense. ¿Mejor dentro o fuera del local? «El encanto del sitio se percibe mejor dentro... pero me es indiferente. El buen ambiente también está fuera», dice. Eso sí, aquí o allá, que no falte la tapa de jamón asado. ¿Algo mas? «Los calamares del Dos Puertas y una parada en La Casa del Pulpo» hacen que la noche entre mejor.

Una esquina en Santiago

En el San Jaime, en Santiago, podrían medir la marcha del negocio en tortillas por hora. Es, junto a las croquetas, la tapa estrella, que acompaña a las consumiciones. Está ubicado entre la plaza de Fonseca y A Raíña, a un paso de la Catedral, y en invierno o verano, siempre que no llueva, se pone hasta la bandera dentro y fuera, sobre todo a partir de las nueve de la noche. En esos picos de trabajo la cocina saca adelante hasta 25 tortillas, una cada veinte minutos. El bar -arriba, en otra estancia separada y con otra filosofía, tiene restaurante- se sometió a una reciente renovación con la que ha optimizado cada rincón de los setenta metros cuadrados para acoger hasta 80 personas al mismo tiempo, y de la atención se encargan cinco camareros. ¿El secreto? La atención, en estos casos de abarrote de público local y foráneo, se le supone, así que seguro que tiene que ver con el buen ambiente que se genera en torno a una esquina perfecta para pulsar la calle, para ver y también para ser visto.

Todos a lLa Bombilla

Ciento cincuenta kilos diarios de patatas les avalan. Es tan solo una de las cifras que maneja La Bombilla, un local que ya es toda una institución en el centro de A Coruña. Bueno, en realidad lleva mucho tiempo siéndolo. Porque desde que abrió sus puertas hace 60 años, a La Bombilla se la rifan. Siempre ha estado bajo la responsabilidad de la misma familia. Nos lo cuenta Diana, que forma parte de la tercera generación: «La abrieron mis padres y cuando se jubilaron la cogieron mis tíos, hasta que también se hicieron mayores y me puse yo al frente», explica Diana, que encontró el equilibrio perfecto entre las tapas de siempre y los nuevos sabores. «Tratamos de ir introduciendo nuevas tapas, como el bocadillo de zorza, el gazpacho y el caldo o las filloas en invierno», cuenta. El caso es que haya ola de frío o de calor, este local es un auténtico hervidero de gente. La Bombilla consigue lo inaudito en una ciudad como A Coruña: que los clientes se agolpen tanto dentro como en la calle con sus platos de plástico y esos pinchos que llevan ahí medio siglo. ¿Cuál es su secreto? «Tapas grandes, baratas y recién hechas. No es fácil tener gente todo el año, hay que ser agradables, rápidos y tener todo muy fresco», indica la dueña. Allí pillamos a Simón, el chico de barba de la foto, que estaba haciendo de guía para enseñarles el local a sus dos amigos: «Yo soy de Vilagarcía pero estudio en A Coruña, y La Bombilla es tan clásico que, ante la duda, sale como una de las opciones para ir a tomar algo. Por eso para los amigos que me acompañan, que vinieron de visita, decidí que este fuese uno de los locales a los que les tenía que guiar». Y él, encantado.

Ni un alfiler en Lugo

Setenta metros cuadrados se le quedan pequeños a la Taberna Daniel, en Lugo, para reunir a sus clientes. A partir de las nueve de la noche, en el establecimiento no cabe ni un alfiler. Se llena de jóvenes y no tan mozos, que van a tomarse su caña y disfrutar de su tapa. «Elaboramos diez tapas de cocina diferentes y preparamos más de dos mil pinchos diarios», explica el propietario del local, Daniel Romay. «Venimos con frecuencia aun sabiendo que está a tope. Es muy acogedor y barato. Por 1,60 euros te tomas una caña, tienes derecho a una tapa de cocina y pasan la bandeja llena de pinchos cada dos por tres», cuenta Sonia, una clienta fiel. El establecimiento tiene capacidad para 70 personas y otras tantas en la terraza. En verano la mayoría de la gente opta por estar fuera, de ahí que sea más fácil encontrar hueco en el interior. Y a disfrutar de la noche.