El peligroso juego político en la ciudad

Rubén Nóvoa Pérez
Rubén Nóvoa CRÓNICA

OURENSE CIUDAD

04 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

No es la primera vez que el alcalde de Ourense deja entrever su hartazgo por la difícil tarea de gobernar en minoría. Ayer sin embargo fue más claro que nunca al emplazar a DO, PSOE y Ourense en Común a que se pongan de acuerdo para liderar una alternativa de gobierno y lanzar la moción de censura, esa sombra que planea con sus altibajos desde el comienzo del mandato. No es un discurso que agrade escuchar de boca de Jesús Vázquez. Si algo no se le podía negar hasta ahora al regidor popular era su entusiasmo. Sus palabras denotan que las pilas se le empiezan a agotar ante las dificultades para hacer gobernable la ciudad. Basta con recordar lo que sucedió en la recta final del anterior mandato para saber qué significa que una ciudad sea ingobernable. Recuerden, el PSOE roto en dos partes casi iguales, y un gobierno de seis contra el mundo. Ahora son diez, pero las cuentas siguen sin dar para lograr la ansiada estabilidad que se ha vuelto más compleja de cazar que algunos de los dichosos bichejos del Pókemon Go. Jesús Vázquez tiene razón en que muchos de los movimientos de la oposición tienen aroma electoralista, pero el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Es tan cierto eso como que hace apenas unas semanas se presentó a días de unas elecciones generales un proyecto para la estación del AVE del que nunca más se ha vuelto a saber. Y es que en el peligroso juego en el que están entrando los cuatro partidos que conforman la corporación de Ourense las culpas se reparten a partes iguales. No debe el alcalde de Ourense escudarse ante la prensa en que la oposición le bloquea proyectos fundamentales. Debe lograr su apoyo. Convencerlos de que su proyecto de ciudad es el adecuado. Negociar las modificaciones de crédito siendo consciente de que está en minoría puede ser un primer paso.

A la oposición, por su parte, tampoco le vendría mal abandonar la trinchera. Las políticas del «non» se pueden volver en su contra como un bumerán con el paso del tiempo. Unos y otros harían bien aprovechar el período estival para darse un tiempo y reconducir la situación política de la ciudad. Lo que sí está claro es que Ourense no puede permitirse más parones. No hace falta recordar que todavía estamos sin presupuestos y que el PXOM sigue pendiente de un consenso político que se avecina complejo. Al alcalde le toca arrimar el hombro y ganarse el apoyo puntual del resto de grupos políticos ya que el mandato de las urnas no le dio la capacidad suficiente para gobernar en mayoría. La oposición, por su parte, debe mirar por la ciudad y decidir de una vez por todas si quieren o pueden crear una alternativa.