Y gobernar era esto

Ruth Nóvoa de Manuel
Ruth Nóvoa DE REOJO

OURENSE CIUDAD

19 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

o creía que gobernar era decidir. Y resulta que no. Para algunos gobernar es dejarse ir, utilizar los informes de los técnicos como escudo protector y dejar pasar el tiempo que, en Ourense, todo lo cura. Excepto la amnesia. ¿Un ejemplo? Los caballitos de las fiestas. Que no los va a haber. «Gobernar con la ley en la mano es muy fácil», decía en La Voz la concejal ¿responsable? de Cultura, Belén Iglesias, al hilo del despropósito de las barracas. Hombre, gobernar con la ley en la mano es una obligación. Pero entonces cambiemos la definición de gobernar y tachemos del diccionario «mandar con autoridad», «regir», «dirigir» y, sobre todo, «arreglar».

Cabría preguntarse qué capacidad de gestión y de negociación tiene el Concello de Ourense si no es capaz de conseguir que haya atracciones en las fiestas grandes de la capital. Imaginemos entonces cómo van a ser las negociaciones gordas del PXOM o de los presupuestos, si es que los hay.

Si tuviésemos en la oposición a algún concejal intenso siempre podría marcarse un Cayetana Álvarez de Toledo. ¿Se acuerdan? Aquel irrisorio «No te lo perdonaré jamás, Carmena», en alusión a la cabalgata de Reyes de Madrid, porque no le gustaban (a mí tampoco, que parecían del chino, pero ¡que no se vuelvan locas las cabezas!) los trajes de Sus Majestades. Cayetana al margen, hay muchas familias en Ourense que no entienden cómo es posible que las fiestas se queden sin caballitos.

Gobernar es decidir y equivocarse. Gobernar es decidir y acertar. Lo malo es cuando le toca gobernar a alguien que no quiere cometer un error pero que tampoco aspira al éxito. Esta suerte de abstención vital no es exclusiva de la política municipal. Ni de la concejala de las barracas. Piensen en las elecciones del próximo domingo. Y piensen en el papel que van a jugar los políticos que usted elegirá en las urnas. Todos nos dicen que Ourense es su bandera pero a veces yo solo les veo agitar las de sus partidos. Llámenle disciplina. Pero no me digan que escuchando sus mítines no se preguntan a veces: ¿y estos son los que van arreglar los problemas de los ourensanos?