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Santi M. Amil

Cuatro gigantes de la escultura contemporánea exponen en la Sala Valente de Ourense

28 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«El arte no es cuantificable», Berger. Contravento e marea. Itinerarios converxentes. Aproxima al espectador la obra de estos titanes de la escultura contemporánea atlántica en la Sala Valente, antiguo Banco de España.

Constituye una secuela de la primera exposición integrada por los cuatro artistas hace veinte años como mirada coral conectando los distintos lenguajes y personalidades artísticas.

La magnífica y sobrecogedora obra de Paco Pestana, bárbaro y mayúsculo, inconmensurable radical y feroz disidente de talento infinito, hunde la poesía sus versos como garras en la carne tibia de la madera para engrandecerla con palabras transustanciando la carne en verbo y el verbo en voz de un expresionismo cruel y valleinclanesco en un discurso que integra el concepto revertido, ironizado, hiperbólico, la inmensa inteligencia emocional y creativa y el dominio de la técnica y el conocimiento, encarnando la alegoría de la bestia y el soberano en una división producida por una serie de oposiciones binarias de especie, género o sexo que sirven para establecer relaciones de dominación/sumisión. Las disfunciones del individuo con la naturaleza y el estado, con el rescate del animal que la civilización intenta reprimir y lo realiza a través de distintas disciplinas como fotografía, performance, escultura, o instalación. Profano demiurgo contador de historias que revisando la imaginería religiosa resinifica el fetichismo, cuestiona lo sagrado y lo profano a través de lo humano y lo animal, del cuerpo como territorio, con un imaginario entrañable y el surrealismo de su bestiario extenso bicéfalo y humanísimo, una suerte de poesía en pie de guerra y escombros, la caricatura venial de un epitafio.

Manuel Patinha articula su figuración sobre herméticas formas de inspiración orgánica con una abstracción racional no expresionista, próxima a lo botánico o minimalista y una fascinación por líneas depuradas de lírica elegancia y estructuras de naturaleza concentrada y monumental de perfil existencial que depura los volúmenes revirtiendo un concepto primitivo e iconoclasta, geométrico, sistemático y menhir totémico y ancestral, reduciendo el volumen hasta quedarse con la esencia, dialogando con el espacio, masa y hueco. Patinha traspasa a su obra un sentimiento sereno de transvanguardia y equilibrio en su investigación sobre las transformaciones de una naturaleza íntima y metamorfoseada. La concreción metafísica de lo orgánico que continúa la experimentación iniciada por ARP y Brancusi en una estructura unitaria que parte de la destrucción de lo visible para llegar a lo íntimo generando formas simplificadas y extremando la tensión conceptual a pesar de las mutaciones y pérdidas en asimetrías geométricas y reducción figurativa.

Sobrenaturales son las obras de Silverio Rivas en las que el artista dialoga con distintos materiales, patinados y policromados, en la poesía del granito negro y la calidad de sus texturas y áreas de arista dura en las que mezcla eros y tánatos, el orden y caos de las formas naturales, constructivismo orgánico que parte de una nueva concepción del volumen y el espacio que interviene, ideado como abstracción física, esquemático y geométrico. Realizaciones aerodinámicas en los escuetos fondos de taller, recortes de un álbum fantástico de creatividad y latón y en las intervenciones y distorsiones seriadas de un elemento repetido (lata) y sus pliegues, giros y rupturas como acción, una resignificación de la materia y del artefacto que exalta el cuerpo en rebeldía. Una ruptura con la dramaturgia expositiva, de la escultura narrativa hacia la desmaterialización, la conquista del espacio y la revaloración del material.

Los maniquíes de Xurxo Oro Claro son imagen de la angustia de la sociedad contemporánea. Una personificación de objetos descontextualizados, alienados, silenciados que extraídos de su contexto utilitario y bajo la anonimia que los iguala recobran un significado doliente, al formar parte de una acción performatica que incomoda por su carga de presente inquietante. Esta agresividad se traduce en los materiales, en la sobredimensionalidad de las celdas, como jaulas que remiten al complejo mundo de Louise Bourgeois y que genera en el espectador la morbosa sensación de catarsis desde la perversión del voyeur y la empatía narcótica con un dolor presentido con el que se identifica. Martirologio contemporáneo y agnóstico mezcla de éxtasis, tortura y denuncia. Explícito y egregio discurso con bisturí quirúrgico, el acero inoxidable sobre cuerpos amputados y apilados, damnatio memoriae, brutal encuentro con la realidad para una sociedad anestesiada e insensible, extendiendo el concepto plástico de Boltanski.

crítica de arte