Un estudio resalta la escasez de educadores en la prisión de Pereiro

mar gil OURENSE / LA VOZ

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La prisión de Pereiro, en el transcurso de los actos oficiales del Día de la Merced.
La prisión de Pereiro, en el transcurso de los actos oficiales del Día de la Merced. miguel villar< / span>

Los módulos de respeto se resienten por la falta de profesionales, advierte

19 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La implicación y profesionalidad de los educadores de la prisión de Pereiro no es suficiente para el desarrollo ideal de los módulos de respeto, que precisarían más personal especializado para conseguir el objetivo de reinserción sociolaboral. Es la conclusión principal del trabajo de fin de grado elaborado por Elena Murias, alumna del campus de Ourense, que desarrolló su investigación en el centro penitenciario con la colaboración de los 4 educadores y de 60 reclusos.

Murias centró su trabajo en los módulos de respeto de Pereiro, una red de programas basados en la reeducación y la reinserción que se implantó en el sistema penitenciario español en el año 2001. A través de cuestionarios, la investigadora obtuvo opiniones de los profesionales y de parte de los internos. La mayoría son hombres, de entre 40 y 49 años y estudios primarios.

En un elevado porcentaje, los reclusos consideran que el programa les ayuda a mejorar para integrarse en la sociedad cuando acaben su condena, facilitándoles la adopción de rutinas y hábitos en su vida personal y laboral, además de propiciarles el desarrollo de habilidades sociales y valores como la empatía y el respeto.

Los educadores, destaca el trabajo, «tienen una visión heterogénea del funcionamiento del programa, muy próxima a la negatividad, porque consideran que las personas internas no son conscientes del proceso educativo en el que están inmersos y no están obteniendo unas mejoras socioeducativas para su futura reinserción sociolaboral como podrían hacerlo y cabría esperar».

Para muchos reclusos, matiza Murias, estar en un módulo de respeto es, simplemente, una forma de pasar el tiempo de condena de forma más cómoda, «aunque hay muchos que sí se esfuerzan realmente para adquirir habilidades que les ayuden en el objetivo de reinserción social y laboral».

Las conclusiones del trabajo hacen hincapié en las posibilidades de mejora del programa: «Tanto educadores como internos consideran de gran utilidad el programa Módulos de Respeto, pero piensan que en algunos aspectos, llevado a la práctica, no está funcionando. Es difícil, sin llevar a cabo una investigación exhaustiva, saber cuáles pueden ser los motivos pero, en mi opinión, tiene que ver con la falta de recursos humanos -cuatro educadores me parecen insuficientes-, teniendo en cuenta que, a pesar de que acuden a los módulos asignados diariamente, también tienen una gran carga de trabajo administrativo y no les permite pasar la totalidad de su turno de trabajo en el módulo, comprobando el funcionamiento del programa de manera total».

«Sería interesante -apunta Murias- que en los módulos de respeto hubiese educadores sociales con titulación realizando esa intervención socioeducativa, y no recayese tanto el peso en los funcionarios de vigilancia, que son quienes pasan la mayor parte del tiempo con ellos».

El estudio sugiere también la conveniencia de «ampliar la formación que impulse y garantice una educación de las personas internas en términos de igualdad (independientemente del género, orientación sexual, lugar de procedencia, etcétera) y habilidades sociales, impartidas por un educador social».