Experiencia «au pair»

Luis Gulín

OURENSE CIUDAD

21 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace tiempo que no nos habíamos visto y me lo encuentro en la estación del tren de Ourense. Se despedía de una chica de Islandia que estuvo un año de au pair cuidando de sus dos hijos de 4 y 7 años. Recordando viejos tiempos compostelanos me comenta que la experiencia au pair fue maravillosa y que sus retoños ya casi juegan y piensan en inglés. Además riega la conversación con las múltiples anécdotas del choque cultural de una mente nórdica en un país tan singular como el nuestro. La más curiosa es que la chica no entendía bien qué representaba una especie de correa al lado de la ventana de su dormitorio. Al principio creía que era algo para el ejercicio físico o de uso decorativo. Lo de persianas y oscurecer una habitación le era totalmente ajeno dado que en su casa y en su país dominan más bien las contras.

La situación que más le hizo reflexionar a mi amigo fue el uso del telefonillo del piso que carecía de vídeopantalla. Como era un sexto, la islandesa, cada vez que llamaba alguien, bajaba en el ascensor hasta la puerta principal para abrirle al cartero, al panadero, al del reparto del súper o a quien ella no conocía. Al plantearle mi amigo que no era necesario, ella le contestó que los momentos en que está sola con sus hijos, era responsable de su seguridad. Siempre aprendemos cosas nuevas.