Hay días para todo. Para vivir. Para disfrutar. Para recordar. Otros que mejor olvidar. Hay días para todos, y días todos los días. Ayer era el día internacional del beso. ¡Qué bonito! Aunque mal nos va si nos tienen que recordar en el calendario que hay que besarse. No sé si hay quien al verlo marcado se acuerda de que era bonito y recupera una vieja costumbre, al recordar que está bien lo de querer a otros y demostrarlo. Eh, pero el otro tiene que querer. La cara del rapero al que besó de imprevisto Madonna es un ejemplo del «así no».
Yo dudo de la efectividad de los «días de», igual que no creo que las jornadas dedicadas a diferentes enfermedades, por poner temas serios, les solucionen la vida a los pacientes. Seguro que no, pero también es cierto que, al menos, sirven para que las administraciones pongan en ellos los ojos y para que los demás nos pongamos alerta y recordemos que lo de cuidarse está bien. Y en eso los datos en Ourense siempre dan los porcentajes más altos, por malos, en cuanto a población afectada de la dolencia que toque. Entonces los que nos gobiernan se acuerdan de ellos y ese día toca darles un aplauso a las asociaciones y todo el apoyo a los enfermos. Lo de al día siguiente seguir recortando en servicios sanitarios es un detalle sin importancia. Bueno, no hay recortes, hay reorganizaciones pero cumpliendo números (como si los pacientes fuesen cifras). Vale, lo compro si hablamos de cuestiones lingüísticas. Si hablamos de efectividad y recursos, no.
Hoy ya no es el día del beso. Besémonos.