Está la «marea» empeñada en levantar los adoquines, a ver si encuentra arena de playa. Y algunos puñados ha conseguido recoger aunque haya caras de Ourense en común, que ayer presentó sus candidatos a candidato, que ya resulten conocidas en el arenal de la política. Sabían que no podían tirarse a nadar solos. Porque las olas son demasiado grandes. Y porque, por mucho que haya resaca en el mar de los partidos tradicionales, estos darán más brazadas. Y ellos, los políticos ahora transmutados en ciudadanos (nunca dejaron de serlo), volverían a llegar a la orillas de las elecciones agotados. Así que decidieron subirse al barco para todos que pretende ser la candidatura ciudadana.
La «marea» nos descubre de nuevo a nuestros políticos pero, ojo, nos recuerda fundamentalmente cómo somos los demás. Porque, al fin y al cabo, ¿quién no quiere que cambie la marea? ¿Quién no desea que baje, para que se vean los restos del naufragio, y que vuelva a subir para llevárselos? Hay muchos ciudadanos a los que no les gusta cómo se están haciendo las cosas. Muchos que lo dicen en voz alta. Pero de los más de cien mil que nos recuerda el censo apenas un puñado (proporcionalmente hablando) se han enmarcado en esta aventura civil.
Podemos -y debemos- seguir atentos a la paja en el ojo de los políticos pero no podemos obviar la viga en el nuestro. Quién nos iba a decir que versionaríamos a JFK. No se trata de lo que Ourense puede hacer por ti sino de lo que tú puedes hacer por Ourense. En realidad de si quieres hacer algo por Ourense.