Contando las monedas

Ruth Nóvoa de Manuel
Ruth Nóvoa DE REOJO

OURENSE CIUDAD

01 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Q

ué cosa curiosa la fibra sensible. Cada uno tiene la suya (si la tiene). Y a cada uno se la toca una cosa. A mí hay varias que, sin ser personales, me rompen el corazón. Ver a un abuelo contando las monedas en el súper, devolviendo un cartón de leche porque no le llega, pidiéndole al carnicero que le quite un poco de cerdo picado para que no se pase de los doscientos gramos, preguntándole a la pescadera a cuánto está el género más barato y después no pedirle nada... qué quieren que les diga. A mí me parte el corazón. Las situaciones que uso como ejemplo no son ficción. Las he vivido todas y he tenido que tragar saliva para seguir haciendo mi compra. Me asalta siempre la duda de si debería pagar ese cartón de leche, decir que no se preocupe por esos gramos de más o animarle a que se lleve el pescado. Pero siempre me rajo por si a ese abuelo tan digno, normalmente muy educado, le parece mal. Es probable que ir justo, que tener que medir lo que se lleva al plato, no le predisponga para pedir ayuda.

Esta misma semana vi a uno de esos abuelos. Chaquetón negro, zapatones, peinado con colonia y con un carro de la compra a cuadros. Revisaba con cuidado y delicadeza con qué llenarlo. Pero no estaba en el supermercado. Estaba en una línea de contenedores donde yo tiraba unas cajas de zapatos.

No sé en qué Ourense viven otros. Pero lo de este abuelo y lo de otros es en serio. La realidad es esto y no lo de las redes sociales. Y aún hay quien cree que la vamos a arreglar a golpe de tuits.