Expresionismo abstracto

Jerónimo Martel OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

MIGUEL VILLAR

Gestualismo y simbolismo con Fernando Blanco Guerra

05 nov 2012 . Actualizado a las 06:00 h.

En la galería de arte Visol y hasta el día 10 de noviembre, expone el arquitecto, escultor y pintor -en una tríada de facetas artísticas indivisible- Fernando Blanco Guerra (Carballiño, 1947). Y ofrece así 16 pinturas y 9 dibujos-cajas, bajo el título Arquitecturas da cor. Fernando, arquitecto superior por la ETSA de Barcelona (en 1974) -y, por otra parte, profesor de arquitectura en la ETSA de A Coruña (desde 1986)-, acierta en su titulación de la muestra, porque, efectivamente, su entraña arquitectónica se patentiza en su pintura por la delimitación del espacio en clave de líneas y planos, dentro de una abstracción geométrica peculiar personal. A la que, además, suma sin embargo un trasfondo oculto de figuración implícita y velada.

Digo más: esa fisonomía de su pintura aparece muy connotada por una característica que encontramos también en el pintor holandés del siglo XVII Philips de Koninck, quien tenía predilección por los tonos ocres -mezclas del amarillo y el pardo- y marrones -castaños- albergados bajo una tenue luz dorada. Por otra parte, en fin, esa caligrafía arquitectónica se inscribe en una epifanía y supremacía del color, que otorga igualmente iluminación y volumen a los planos antes referidos. Se da la circunstancia, por eso mismo, de que uno de los cuadros de la presente muestra constituye un sentido homenaje a Paul Gaugin, referido a su famoso cuadro titulado ¿De dónde venimos?, ¿qué somos? y ¿a dónde vamos? (1897).

El sintetismo del color por el color de este gran pintor le sienta bien a Blanco Guerra. Otro rasgo definitorio de la obra de Fernando Blanco es la importancia que da al soporte en la pintura. Sus soportes van, concretamente, desde el papel hasta la uralita pasando por el lienzo; y, en lo que se refiere al papel, desde el de acuarela hasta el antiguo de estraza pasando por el mexicano de amate -típico de ese país-, obtenido de la corteza de un árbol. En cuanto a las técnicas se refiere, Blanco utiliza el acrílico, el pastel y la tinta. Esta última, para delimitar la línea. Naturalmente, lo aquí dicho se refiere a la pintura pura y simple.

La escultoarquitectura, el diseño urbano, el mobiliario y, en fin, el arte plural de nuestro artista exceden obviamente ese marco. Y permítaseme aquí y ahora referirme a la obra pública de Fernando, la que yo, personalmente, más aprecio, por lo que tiene de más específico gallego. Aprovecho para referirme a su plaza y monumento a la Generación Nós del Campus de Ourense (1997) y a su escultura conmemorativa del XXV Aniversario del Parlamento Gallego, en Santiago de Compostela. Pero quiero referirme por último y sobre todo a un lugar público en el que por obra de Fernando se dan claramente hermanadas la arquitectura, la escultura y la pintura: la calle de Rafael Dieste de nuestra ciudad, situada junto al Posío.

Kandinsky como clave.

Wassily Kandinsky, en su obra teórica De lo espiritual en el arte (1914), y muy especialmente en su última etapa pictórica allá por los años 20, está bien presente en la creación de Blanco. Precisamente al filo de 1920, el artista ruso que tanto impactó la historia de la pintura contemporánea con su aventura revolucionaria y espiritual, dio un giro casi copernicano abandonando las formas y colores gestuales y abriendo una nueva etapa de su obra mediante la abstracción geométrica y el planteamiento teórico de un personal simbolismo como definitivo lenguaje en su último libro, Punto y línea sobre el plano (1926). Añádase que, en conclusión y a fin de cuentas, Fernando Blanco Guerra está también más concretamente muy próximo al expresionismo abstracto del holandés Willem de Kooning y a la flotación entre lo abstracto y la representación propia del armenio Arshile Gorky. De Kooning -junto con otros destacadísimos artistas, entre los que destacan Pollock, Rothko y Still- dará lugar al expresionismo abstracto.