El notario del prerrománico

XOSÉ MANOEL RODRÍGUEZ OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

MIGUEL VILLAR

Xavier Galiza fotografió las piezas gallegas de la época hace 40 años

20 may 2012 . Actualizado a las 06:00 h.

Corría el mes de enero del año 1973 y se abría al público, en un Museo Arqueolóxico de Ourense entonces bajo la dirección de Ferro Couselo, la exposición El Arte Prerrománico en Galicia. La muestra estaba compuesta de cerca de 200 fotografías realizadas por Xavier Galiza y del reconocimiento unánime que tuvo la propuesta dejaron constancia todos los medios de comunicación gallegos y de Madrid, en su estancia en dicha ciudad. El Arqueolóxico, el Museo de Pontevedra o el Museo do Pobo Galego fueron paradas de esta colección, que luego viajó a Madrid para participar en un homenaje al Marqués de Lozoya.

Xavier Galiza hace décadas que se pasó de la fotografía a la acuarela, aunque desde su estudio en Doctor Fléming recuerda perfectamente aquella aventura artística que no tuvo el recorrido que la calidad del proyecto se merecía. Galiza trabajaba en su estudio y colaboraba con diferentes medios como fotoperiodista a finales de los 60 «y un amigo mío, Juan Antonio Rivas Fernández, me dijo por qué no hacía un trabajo sobre el prerrománico. El me facilitó datos e información y Ferro Couselo, con el que tenía relación por mi trabajo, me avalaba desde el punto de vista técnico».

En autobús por toda Galicia

Xavier Galiza se metió de lleno en el proyecto: «Pasé dos años trabajando en esta iniciativa. Reservaba el fin de semana para realizar las fotografías y como no tenía coche recorrí toda Galicia en autobús. A veces tenía que emplear horas para llegar a sitios de lo más alejado para documentar solo una pieza». El pintor deja su mirada perdida en un punto del estudio y se centra en aquella etapa al recordar que «llevaba dos cámaras, una Nikon F y una Bronica 6 x 6 profesional, los carretes con los que prefería trabajar eran los Kodak 400. Reveleba y escogía las mejores imágenes para pasarlas al papel, un Agfa que tenía que traer de fuera porque aquí no lo conseguía». La muestra se hizo realidad y tras los elogios recibidos en Madrid se barajó llevarla a la Biblioteca Nacional «pero nunca se materializó la propuesta».