Falleció el polluelo soltado en el parque ourensano en junio
11 dic 2011 . Actualizado a las 06:00 h.El pasado junio se liberaban en el parque natural ourensano del Xurés dos polluelos de águila real. Uno de los ejemplares llevaba el nombre de Rodeiro y fue el alcalde del municipio dezano, Luis López, el encargado de su suelta. El otro se llamaba Arnoia. Y hablamos en pasado ya que ninguna de las dos aves logró sobrevivir. Acaba de conocerse que ambos polluelos fallecieron, según una respuesta dada a conocer por el Valedor do Pobo a una asociación ecologista, tras recabar información de la Consellería de Medio Rural.
La pareja de águilas reales se habían criado en cautividad, en el centro del Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat (Grefa) de Madrid. Rodeiro, un ejemplar macho, había nacido el 19 de abril y fue soltado en la zona ourensana de Santa Eufemia, en el municipio de Lobios. Su nombre se escogió ya que hay estudios que avalan que estas águilas reales alcanzan en sus vuelos la Serra do Faro, en Rodeiro, así como la cuenca del río Arnoia.
Los dos ejemplares llevaban un chip con un GPS para conocer en todo momento su posición y seguir sus pasos. Se truncaron ya hace algún tiempo, aunque no se supo públicamente hasta ahora de su fallecimiento. El regidor, Luis López, sí había recibido comunicación hace algún tiempo de la triste noticia. Medio Rural alude a que pudieron ser depredadores, como un zorro, los que causaron la muerte de los polluelos, a los que se había ubicado en un nido habilitado hace unos años en un punto de difícil acceso, donde eran alimentados a través de un tubo sin que las aves detecten la presencia humana, para después dejar comida en zonas de paso que posibilitasen la búsqueda del sustento diario por parte de estas águilas reales.
Rodeiro y Arnoia dejaron de surcar los cielos de Ourense y Pontevedra, tras formar parte del programa de reintroducción del águila real en la Serra do Xurés, iniciado hace una década y que supuso la suelta de dieciocho ejemplares. Luis López lamentó que no sobreviviese el ejemplar que llevaba el nombre del municipio, que él mismo se encargó de soltar tras acceder al escarpado lugar donde se habilitó su estancia. Su muerte se produjo por una causa poco frecuente, como reconocía en su respuesta la consellería, pero sí posible. Habrá que esperar que en una próxima suelta se baraje de nuevo el nombre, del que sería Rodeiro II.