Sentirse pleno

OURENSE CIUDAD

03 jul 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

L

a vida política cambia. Pero también sigue igual. Lo que se mantiene inalterable, al menos por aquí, es la vida municipal. Porque aunque con los años cambian las caras, no cambian las rutinas. A mí, que ciertas tradiciones no me disgustan, no me parece del todo raro que se mantenga en cierta medida la liturgia del pleno municipal. Pero la verdad es que a veces me deslumbran los brillos dorados del salón principal del Concello de Ourense. Y no digamos cuando es fiesta y algunos trabajadores (ay, pobres) tienen que llevar hasta plumas. Pero no solo se trata de una cuestión de estética. Aunque resulta evidente la necesidad de que los representantes de los ciudadanos acudan al foro a debatir, a cuestionarse y a interrogarse, cabe preguntarse si eso es lo que hacen los concejales ourensanos cada vez que se pasan por la praza Maior. Porque a veces uno tiene la sensación de que la cita tiene más de paripé que de trabajo en beneficio de la ciudad. Que es de lo que se trata, al fin y al cabo.

Los que mandan van a recordárselo a los que están en el banquillo y a decir, alto y claro, qué bien lo hacen. Los que quieren mandar se supone que acuden a hacer oposición pero en la mayoría de las ocasiones aprovechan para hacer política. En los debates no parece que nadie esté dispuesto a ceder (¿a pensar?) sino a soltar su rollo (que para algo se lo preparó... o no). Y cuando abandonan el salón, palmaditas en la espalda: qué bien tu discurso; qué corte le metiste; qué bien hablas, oye.