Qué creerá Jorge Bermello? ¿Que él es muy listo o que los ourensanos son muy tontos? Creo que piensa las dos cosas. El presidente del Club Ourense Baloncesto pretende sacarse de la chistera una última idea: la fundación del COB. La misma persona que vende llenos en las gradas (regalando entradas, claro), pretende así acallar a quienes critican que una sociedad anónima deportiva reciba subvenciones. Ya puedo imaginarme los estatutos de la fundación: «La defensa de la imagen de Ourense», «propagar por toda España la marca de nuestra ciudad, y bla, bla, bla?.». Cualquier argumento es válido para seguir recibiendo pasta.
El concepto de fundaciones como despiste está tan extendido que hasta lo emplea la mafia. ¿No han visto El Padrino III? En Ourense siempre me fascinó CIMO, una pseudooficina de empleo temporal, que en vez de vivir de sus clientes y del mercado, se sostiene con dinero público. Por supuesto, el cerebro de CIMO es íntimo de Bermello. Todas estas sociedades proclaman una naturaleza de «sin ánimo de lucro». ¿Lo ven? Nos toman por parvos. ¡Pues claro que no se puede declarar beneficios! Pero sus proveedores sí, bien sea por alquiler de locales, sueldos, gastos generales? El modus operandis es tan simple que hasta podrían usarlo las oenegés. Es más, ¡lo usan muchas oenegés! Hace años el gobierno británico debatía suprimir las subvenciones a éstas, al constatar que se gastaban un 40% de la donaciones en gastos de administración.
Como si se tratase del mismísimo Lucifer, una sociedad jurídica puede adoptar mil formas: SAD, SL, SA, AAVV, Asociación Cultural, Peña Deportiva, Oenegé, Fundación... pero lo que permanece aquí es que todos los ourensanos seguiremos pagando las nóminas de unos jugadores de baloncesto que no generan un espectáculo que recaude en venta de entradas su propio presupuesto.
Si hace años esto era ya hiriente, ahora bajo esta crisis que padecemos, y Ourense en mayor nivel, y con un sangrante paro que se aumenta mes a mes, ¿cuánto más tiempo toleraremos dinero público para negocios privados?