La historia se repite. Un brigadista, es decir, un trabajador al que la Administración contrata y paga para extinguir incendios, ha sido detenido y enviado a prisión como presunto autor de seis fuegos en Ourense. En verano del 2006, aquel en el que el monte gallego ardió sin tregua durante días, este perfil se repitió más de lo que se podía esperar. Y ayer supimos que el problema sigue existiendo.
Cuesta entenderlo, tanto que ni siquiera el propio autor de los incendios acertó a explicar su comportamiento. Pero también pone de relieve que la lucha contra los incendios y los incendiarios requiere de muchos esfuerzos: no solo de la Administración, utilizando todos los medios a su alcance, y de los propietarios, cuidando sus montes, hace falta que alguien entienda, primero, y trate después a estos enfermos que queman el monte.