El tojo abandona la aldea para servir de alimento a los jardines de la ciudad

Jaime Velázquez

OURENSE CIUDAD

Una firma pontevedresa reinventa ?el sustrato que sirvió tradicionalmente para abonar las huertas de Galicia

09 dic 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

El abono preferido en los viñedos, viveros de plantas ornamentales y en los jardines de las ciudades tiene un origen muy rural. Pese a su aparente sofisticación, es el sustrato lo más parecido al que se ha utilizado desde siempre en las huertas de Galicia.

Una firma pontevedresa elabora desde hace 12 años compostaje a partir de los desbroces de tojo de los montes de Paradanta, Ourense y Pontevedra. Además de contribuir a la belleza vegetal de las urbes, la Abonos Lourido favorece la limpieza de los montes y disminuye el riesgo de incendios.

Su propietario, Ramón Lourido, descubrió hace una década, y sin saberlo, uno de los usos con más proyección de la biomasa. Recoge de los montes pontevedreses 20.000 metros cúbicos de tojo al año y los transforma en abono en su planta de Rebordechán, Crecente. Es una simbiosis perfecta, él se lleva los restos de poda y los comuneros obtienen el desbroce gratis.

Múltiples comunidades de montes quieren ahora copiar su iniciativa. «Eu non inventei nada. Eso da biomasa non me gusta nada. Nas aldeas sempre houbo pasto para gando, leña e estrume, e iso é o que é a biomasa. O que eu fago é estrume aínda que agora se chame compost. Sempre se usou o toxo para facer as camas dos animais e despois usábase para abonar as hortas», explica Lourido.

Los ingredientes son exactamente los mismos que siempre se utilizaron en el campo; toxo mezclado con excrementos de oveja, cabra y conejo. «Fun aprendendo sobre a marcha, son autodidacta total. Tiña unha explotación de cabras e un amigo meu que ten un viveiro díxome se lle quería dar os desfeitos para facer abono».

«Pasou que unha das partidas quedou moito tempo almaceada -continúa el empresario- e cando a recollimos vimos que fermentara e que se convertera en terra, xa non cheiraba a estércol e agora era un producto moito máis fino».

A base de ensayar, Ramón Lourido fue mejorando la elaboración hasta dar con tres productos distintos, abono orgánico, sustrato para plantas con corteza de pino y abono compostado para viveros profesionales.

Una fábrica de 40.000 metros

A las instalaciones de Lourido en Rebordechán, de 40.000 metros cuadrados, llega el tojo triturado previamente en el propio monte. Allí se selecciona se agrupa en grandes montones y se cubre con lonas para protegerlo de la lluvia. Allí comienza la fermentación bacteriológica, en la que el tojo alcanzará los 75 grados de temperatura.

El compost pasa después a una nave donde termina su proceso de maduración. Después se cuela para dejar empaquetar el sustrato más fino. Los trozos grandes se usarán para fermentar nuevas partidas de tojo.

La empresa va bien; Lourido cuenta con dos trabajadores y aguarda con expectación el nuevo horizonte que se abre con el impulso que se está dando al uso de la biomas. Dice que no necesita siquiera promocionar sus productos. «Calquera galego sabe o bó que é o toxo. Ou ven dunha aldea o ten familia nela e saben que é o mellor abono que hai. O toxo foi de sempre o gasoil das aldeas».