El 14 de enero del año pasado, un jueves frío, recibía sepultura en la pequeña iglesia de Suances, en Xove, supuestamente Rogelia Blanco, a los 85 años víctima del covid. Estábamos en plena pandemia, cuando el covid-19 hacía mucho daño en las residencias de mayores y se cobró numerosas vidas. El sepelio se celebró en compañía de los más allegados por las restricciones impuestas en ese tiempo. En el pequeño cementerio de Suances quedó la corona de flores en recuerdo de Rogelia. La noticia saltaba diez días después, cuando una ambulancia traía desde Pereiro de Aguiar a la residencia de Xove a la propia Rogelia Blanco, ya recuperada del virus. La sorpresa en el centro de mayores fue mayúscula y no digamos entre la familia.
La fallecida en realidad fue Concepción Arias, una anciana de 90 años que compartía habitación con Rogelia Blanco, ambas con covid, y hubo un error de identificación entre ambas. La noticia dio la vuelta a medio mundo y en todos los idiomas. Afortunadamente, en la actualidad Rogelia Blanco sigue en la residencia de Xove, con su marido Ramón.
La mujer fallecida, Concepción Arias, asturiana, fue meses más tarde exhumada y trasladada al panteón familiar. Su hermano Maximino, también un hombre de avanzada edad, se llevó un gran disgusto cuando supo la verdad al igual que los demás familiares de la mujer.
El caso fue que en el pequeño cementerio de Xuances, en Xove, Ramón, esposo de Rogelia Blanco, mandó depositar una corona de flores en recuerdo de su mujer, creyendo como los demás que era ella —tal como se había notificado— la que había fallecido y recibido sepultura. Eran tiempos duros para los mayores. El entierro «equivocado» queda en la memoria del Occidente de Asturias.
