José Antonio Padrón: «Eu creo moito no azar»

Maite Rodríguez Vázquez
maite rodríguez OURENSE / LA VOZ

O PEREIRO DE AGUIAR

Santi M. Amil

Nuestro ourensanos en su rincón, estudió Derecho por casualidad pero esa disciplina encaminó su carrera profesional

13 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Después de 35 años de servicio en la administración, José Antonio Padrón apura el último mes y medio de trabajo que le queda en la Subdelegación del Gobierno, como responsable del departamento de Extranjería. Lleva seis años, desde el 2012, como jefe de esta unidad a la que acuden los no nacionales para conseguir su tarjeta de residencia comunitaria, un permiso codiciado por la movilidad que permite por la UE.

Por esta unidad pasan unos dos mil expedientes al año, papeles que recogen casos de verdadera necesidad pero también intentos de fraude, en un porcentaje significativo, dice, presentando contratos de trabajo simulados o falsas parejas de hecho. Ante estas situaciones, dice, «hai que buscar o punto de equilibrio, non desconfiar de todo o mundo pero tampouco crer todo. Como en calquera outra actividade».

«O que se trata é de aplicar a normativa, pero a casuística non sempre ten encaixe e hai que buscar que o resultado final responda ao obxectivo da norma; é moi importante non perder de vista o sentido común e que chegar a algo que sexa beneficioso para todos», esgrime Padrón.

El suyo es un puesto de responsabilidad, que implica tomar decisiones que afectan directamente a personas. Ocurría lo mismo en su anterior lugar de trabajo, el centro penitenciario de Pereiro de Aguiar, donde ejercía como jurista. Su acceso a la administración fue tras aprobar una oposición de Instituciones Penitenciarias.

Llegó al Derecho por casualidad. «Eu creo moito no azar. Estudei Bacharelato por Letras e non había tantas saídas. Ao ir á Universidade díxenlle á miña irmá que me collese o sobre de matrícula de Xeografía e Historia pero colleu o de Dereito. Foi un acerto», recuerda. Llegó a Santiago en 1975, pocos días antes de la muerte de Franco. «Vivín toda aquela efervescencia social e de modificacións normativas cando estudaba», una época que recuerda con cariño, pese a la convulsión política. El golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 le sorprendió esperando para examinarse oralmente de Derecho Civil. En Santiago conoció a su mujer, que le acompañó a su primer destino profesional, la prisión alavesa de Nanclares de Oca.

El azar determinó otra vez el camino de entrar en prisiones. «En 1983 había moitas prazas e tiña o desexo de acadar a independencia económica e organizar a vida», cuenta. Así empezó, primero en el grupo C y luego siguió examinándose para subir en la carrera administrativa. Llegar a ser jurista de Instituciones Penitenciarias no fue vocacional, reconoce, pero sí el desarrollo natural para su formación. El puesto que ha ocupado en los últimos años, de libre designación, tampoco fue buscado por él. «Non fixera plans de cambiar para aquí, pero apareceu esta oportunidades». De nuevo, el azar.

De Vitoria y del País Vasco tiene buenos recuerdos. En su lista particular de cosas para hacer cuando se jubile está volver con calma a la capital vasca. Pero aquellos primeros años en Nanclares de Oca fueron tensos. Había muchos presos de ETA. «Eran os anos do plomo. Estaba candente o da central de Lemóniz, asasinaran a un enxeñeiro e a un capitán de Farmacia. Iso desencadeou, en 1983, o traslado de presos. Eu era moi novo, tiña 26 anos, e non era moi consciente do delicado da situación», rememora. Ya de por sí, la vida penitenciaria es muy complicada, indica. «Na cadea acaba xente desfavorecida pero tamén persoas que son un perigo social», advierte. Cuando se vino para Ourense, en 1984, todavía trabajó en la vieja prisión de Progreso hasta que se abrió Pereiro en mayo de 1987. La cárcel provincial no es muy conflictiva, aunque tuvo momentos tensos, como el secuestro de un funcionario en 1991, menciona. «A cadea é a a cadea e inevitablemente hai situacións delicadas. Pero calquera profesión ten a súa complexidade. Alí había momentos tensos, pero aquí tamén os hai de abafo e o estrés aflora», detalla. No siempre es posible desconectar y a veces se encontró durmiendo dándole vueltas a resoluciones.

Quiere construir una cabaña en un árbol en cuanto se jubile

José Antonio Padrón tiene una lista grande de cosas propias por hacer cuando se jubile y otras adjudicadas. Tantas que no sabe si le dará tiempo. «Os xubilados cóntanme que andan máis abafados que antes porque todas as cousas lles caen encima; como se supón que teñen máis tempo...». Pero entre los deseos propios que quiere llevar a cabo está el construir una cabaña en un árbol de su finca para sus nietos. Ejerce de abuelo de una niña de cuatro años y un niño de año y medio. Bosquejar, calcular, corregir, planificar son los verbos que pronuncia para luego hacerla bien. También pretende recuperar aficiones como la pesca. A los ríos de montaña lleva tiempo sin ir, aunque en la playa sin practica la pesca de lubina. «Pescar a troita e un entretemento e permite coñecer paraxes moi agradables», explica. Esquiar o nadar son otras aficiones que espera poder retomar.

Nacido en la calle Marcelo Macías, recuerda una máxima de su madre, que siempre tuvo claro que lo importante en la vida no es tener posesiones materiales y sí estudios y formación. Por eso decidió hacer carrera universitaria, aunque se define como un «estudante normalucho».

Quién es. Qué hace. Su rincón.

Quién es. José Antonio Padrón nació en Ourense. Tiene 60 años.

Qué hace. Es el jefe de Extranjería en la Subdelegación del Gobierno.

Su rincón. Parque de San Lázaro. Elegido por azar, por estar al lado de su trabajo. Ahí pasa buenos ratos con sus nietos. Fuera de la ciudad, menciona San Pedro de Rocas.