Los propietarios del Gran Balneario de O Carballiño quieren construir dos piscinas exteriores y un restaurante

Cándida Andaluz Corujo
c. andaluz OURENSE / LA VOZ

O CARBALLIÑO

Gran Balneario de O Carballiño
Gran Balneario de O Carballiño Santi M. Amil

El Concello cree que la familia Quiroga debería vender el inmueble para explotarlo

13 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El pleno de O Carballiño de esta semana dejó en evidencia la necesidad de tomar medidas para convertir el Gran Balneario en uno de los motores económicos de la villa. Los cuatro grupos políticos con representación en el Concello —PSOE, PP, Espazo en Común y BNG— pusieron sobre la mesa la necesidad de que los propietarios, la familia Quiroga, actúen cuando antes para modernizar las instalaciones, insinuando que dilatan en el tiempo su arreglo y proponiendo como solución su venta, bien a otro particular o al propio Concello.

Sin embargo, y por el momento, esa idea no está en la cabeza de los propietarios. Pepe Figuera Vargas, miembro de la familia y representante de la sociedad Covaqui, que gestiona el balneario, explica que siempre hubo intención de llevar adelante el proyecto de reforma pero que los acontecimientos económicos y sociales de los últimos años han hecho inviable que prospere.

Pepe Figuera explica que hace años existió un proyecto que no fructifico por la muerte del arquitecto. Recuerda que en el 2016 se contrató a Manuel Gallego Jorreto, que diseñó una reforma ambiciosa que fue presentada tanto en el Concello como en la Xunta. Sin embargo, relata, la muerte de uno de los propietarios, unida a las consecuencias de la crisis económica, la pandemia y la guerra de Ucrania volvieron a quebrar la puesta en marcha de la reforma, que consiste en la construcción de piscinas exteriores y de un restaurante, que optarían a la parte de ocio y bienestar a un espacio pensado, actualmente, para el tratamiento terapéutico. «Hemos invertido unos 100.000 euros en proyectos para el balneario que de momento no han salido para adelante. A esto tenemos que añadir la subida de los costes energéticos, son enormes, y es un edificio antiguo y protegido que no podemos tocar, tenemos que conservar las tuberías antiguas... Un sinfín de gastos», subraya. Aunque la venta no sea una opción a evaluar para la familia, no descartan poder contar con socios que pongan en marcha el proyecto y explotarlo. «Todo es muy complicado y lo peor es que vivimos un momento de incertidumbre en el que no sabes qué va a pasar de un día para otro. De esta manera es difícil que alguien quiera invertir», añade.

En la actualidad, la idea de la familia es potenciar los tratamientos terapéuticos —«para conseguir mantenernos a flote», dicen— con una serie de estudios sobre el uso de sus aguas que pueda ser más atractivo para las personas con diferentes tipos de dolencias.