Juan Arturo Bravo, tercera generación de una mueblería de O Carballiño con 117 años de vida: «El confinamiento hizo que mucha gente se planteara reformar su casa»

Marta Vázquez Fernández
marta vázquez OURENSE / LA VOZ

O CARBALLIÑO

MIGUEL VILLAR

El comerciante regenta junto a su hermana el negocio que montó su abuelo en el año 1905

12 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Mucho ha cambiado el negocio de los muebles desde que en 1905 un vecino de O Carballiño, Secundino Bravo, decidiera dejar la ferretería que llevaba con sus hermanos para poner en marcha su propio negocio. En la Alameda del municipio nació en aquel año una empresa que era muy diferente a la que hoy gestionan los hermanos Juan Arturo y Beatriz. Ellos son la tercera generación de la saga que ha llenado de vida centenares de viviendas del municipio y su comarca, con un negocio que, en su origen, incluía la fabricación artesanal.

«Entonces era un negocio muy distinto porque mi abuelo fabricaba las camas y los armarios, y en los primeros años hasta hacían ataúdes» recuerda Juan Arturo sobre los primeros años de una empresa que fue creciendo con el paso de los años y de la que tiempo después se hizo cargo su padre. «En esa época ya abrieron un segundo local en la avenida de Compostela», cuenta Juan, que también recuerda otro hito importante para el negocio: En la década de los 70 se cerró el local de la Alameda y se trasladaron a la calle Hermanos Prieto, dejando también la fabricación de muebles para centrarse solo en la comercialización.

«Puede decirse que yo, prácticamente, nací y me crie en la mueblería», asegura el comerciante, que recuerda que, ya más mayor, durante las vacaciones de verano iba a ayudar a sus padres con el negocio. Se vendía mucho y todos los refuerzos eran bienvenidos, asegura. Luego se fue a Vigo a estudiar pero tras unos meses dando clases decidió dar el paso y meterse, ahora ya en serio, en la empresa familiar. «Era un buen negocio, aunque en aquella época hasta una pequeña mercería daba dinero; ahora todo es muy distinto», valora el comerciante, que no oculta que la crisis del 2008 fue muy dura para el sector. Eso sí, con la pandemia, han podido recuperar algo de alegría. «Cuando llegó el confinamiento y la gente tuvo que quedarse en casa, todo el mundo empezó a darse cuenta de los muebles que tenía y mucha gente se decidió a cambiarlos y a reformar la casa», cuenta.

En la transformación del sector ha tenido mucho que ver que, con el paso de los años, las fábricas de muebles artesanales hayan ido desapareciendo, al tiempo que irrumpían en el escenario nuevos modelos de negocio, como el de la multinacional sueca. «Recuerdo que cuando abrió la tienda de Ikea en Madrid empezó a haber gente que alquilaba una furgoneta y se iba allí a comprar los muebles; eso es algo que tuvimos que aceptar», asegura. «Nosotros también tenemos muebles que, si así lo quieren, los clientes pueden montar ellos mismos en su casa, pero lo que vemos a diario en nuestras tiendas es que la mayoría de la gente viene a escoger los artículos para que luego se los llevemos y se los montemos; ese es un servicio que aporta calidad y que nos diferencia de esos otros modelos de negocio», asegura.

Y no solo hay que competir en precios, algo que para la mayor parte de los clientes es prioritario, sino que también se debe disponer de una enorme variedad de modelos. «Antes teníamos a la venta tres o cuatro modelos de colchones y ahora hay treinta entre los que se puede elegir; a veces ya casi es una locura con tantas particularidades», asegura el comerciante, que tiene su mercado en la comarca de O Carballiño.

Y, ¿habrá cuarta generación de Muebles Bravo? Juan Arturo es escéptico. «Creo que en nuestro caso se va a cumplir el dicho que asegura que la primera generación de un negocio lo crea, la segunda lo amplía y la tercera lo cierra», advierte. Sus hijas no tienen por ahora intención de continuar con la actividad así que no ve descabellado que, cuando él y su hermana se jubilen, tengan que bajar la persiana para siempre. Hasta que llegue ese día, si lo hace, siguen al pie del cañón, atendiendo uno de los negocios más antiguos de O Carballiño en el que, valora Juan Arturo, «lo mejor es el trato con la gente».

El DNI

Quién es. Juan Arturo Bravo González nació en 1964 en O Carballiño. Es la tercera generación de una familia dedicada a la mueblería.

El negocio. Muebles Bravo se puso en marcha en 1905. La montó Secundino Bravo, al que luego siguió su hijo Arturo. Los nietos, Juan Arturo y su hermana Beatriz, llevan ahora el negocio. En los primeros años fabricaban los muebles, ahora ya solo los comercializan.

De la época dorada con los emigrantes de Avión al abandono del rural

Juan Arturo Bravo es consciente de que a pesar del tirón que están teniendo las reformas en las viviendas, no son buenos tiempos para su sector. A lo largo de su trayectoria profesional ha visto cómo iban cerrando las fábricas «de toda la vida» y asegura que a día de hoy ya no solo quedan pocos negocios en España en los que se fabriquen muebles, sino que también han ido a menos las tiendas de venta. «A mí me puede beneficiar eso porque los clientes, si cierra otro negocio, vienen al mío, pero no deja de ser algo preocupante ver cómo se ha ido haciendo más pequeño este mundo», asegura.

Recuerda los tiempos en los que se amueblaban chalés para quienes regresaban de México para montar su casa en localidades como Avión o Beariz. «Ahora los hijos de aquellos emigrantes ya apenas vienen y si lo hacen no recurren a nosotros», asegura sin dejar de mencionar los efectos devastadores de la despoblación del rural. «Antes ibas a cualquier pueblo a hacer una entrega y si no encontrabas una casa podías preguntar a otros vecinos; ahora en los pueblos hay más casas cerradas que abiertas».