Los expertos sobre el suceso de O Carballiño: no es el ambiente, es la personalidad

Jorge Casanova
Jorge Casanova REDACCIÓN / LA VOZ

O CARBALLIÑO

Martina Miser

Dos psicólogos analizan las circunstancias del incidente en función de las declaraciones del agresor y apuntan a un individuo capaz de gozar con la angustia de su víctima

11 sep 2021 . Actualizado a las 13:15 h.

«Matar de modo frío y calculador no está al alcance de cualquiera, ya sea niño, adolescente o adulto», explica el psicoanalista y psicólogo clínico Manuel Fernández Blanco. «La mayor parte de las personas, incluso aquellas que tuvieran fantasías asesinas -añade-, retrocederían a la hora de llevar esa idea a la realidad. Así que en principio tenemos que pensar en una personalidad especial». En la distancia, sin haber podido evaluar al menor y con los datos conocidos hasta ahora, los expertos consultados coinciden en apuntar hacia un caso particular más que a la consecuencia de una deriva social en este suceso en O Carballiño: «La causa siempre es plural, pero en este caso parece que los factores individuales tienen un peso muy fuerte». Es la reflexión de Ricardo Fandiño, psicólogo clínico y presidente de la Asociación para a Saúde Emocional na Infancia e Adolescencia.

El impacto de la pandemia, las nuevas tecnologías, los videojuegos violentos flotan en las conversaciones que intentan buscar una causa al suceso sobrecogedor e inexplicable, pero no son la causa principal: «Esto podía haber ocurrido hace 50 años en O Carballiño o en cualquier otro sitio. Forma parte de la historia terrible de lo que somos los humanos», expone Fandiño, que recuerda que no hay datos que sustenten un posible aumento de los homicidios causados por menores: «Aunque sin duda se visibilizan más». Fandiño añade: «Todo esto no quiere decir que no haya factores contextuales que puedan favorecer estos delitos, pero la sociedad con violencia cero no se puede construir, porque la violencia está en nuestra realidad humana. Tenemos que hacer lo posible por evitarla y proveernos de recursos para que estos sucesos ocurran lo menos posible». En ese sentido, Fernández Blanco opina que la conducta puede venir mimetizada por algún videojuego, por ejemplo: «Pero es fundamental discernir entre la fantasía y la realidad. Se puede gozar con un juego violento, incluso desarrollar en la imaginación una conducta violenta. Pero eso no nos convierte en asesinos. Las fantasías no delinquen».

Fernández Blanco llama la atención sobre otro aspecto: «La bondad o la maldad no tienen edad». Y reflexiona sobre el hecho de que, de confirmarse la autoría del delito, el menor sea inimputable: «La propia inimputabilidad del acto puede ser un obstáculo en su asunción. Si no hay una ley interior o exterior que lo juzgue y lo castigue, es imposible que subjetivice el alcance de lo que ha hecho». Este psicólogo se fija también en otro detalle: «Parece que se está analizando si ha habido una desprotección del agresor en este caso, con lo que podría suceder que el agresor se convierta en víctima. Habría que manejar eso con prudencia, porque se podría concluir que hizo lo que hizo por ser una víctima y lo estaríamos eximiendo de toda responsabilidad.Ese criterio, llevado al extremo,nos convertiría a todos en inocentes». 

En base a las declaraciones del joven, Fernández opina que nos enfrentamos ante una personalidad disfuncional: «Que goza con el sufrimiento de la víctima. Quiere saber qué siente ante una persona que sabe que la van a matar; busca provocar una angustia máxima en su víctima».  

¿Ha tenido algo que ver el supuesto alto coeficiente intelectual del agresor? «Ese dato lo saca del perfil habitual de los menores que delinquen, que suelen tener un coeficiente intelectual más bajo que los chicos de su edad», explica el psicólogo Ricardo Fandiño.