Hay cosas que no se perdonan

Ruth Nóvoa de Manuel
Ruth Nóvoa DE REOJO

O CARBALLIÑO

29 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Que el salvaje que tumbó al suelo a un vecino de O Carballiño hace varias semanas pida o no disculpas, lo lamente o no, se arrepienta o esté orgulloso es algo que me resulta absolutamente indiferente. Hay cosas que no se perdonan. Hay cosas que no se olvidan. Pero sobre todo hay cosas que no se consienten. Que se lo digan a los vecinos de O Carballiño, a los que estos días les hervía la sangre al conocer la agresión y sus circunstancias. Que se lo digan a cualquiera que viera el vídeo que grabaron -porque no estaba solo, tenía palmero- para divulgar su proeza, cuyo final, por inesperado y brutal, ponía los pelos como escarpias.

Lo de este chaval, que ni bajó la cabeza ante las cámaras cuando lo llevaron a la Policía Local y al juzgado, es imperdonable, intolerable y trágicamente inquietante. En qué tipo de sociedad vivimos, qué tipo de sociedad hemos construido, para que un joven de 18 años piense en grabar cómo le pega, sin pudor, a una persona más débil.

Ya sé que siempre han existido los indeseables, aunque antes no tuviesen móviles inteligentes para grabar sus hazañas y prolongarlas, en el tiempo o en el espacio. Pero eso no debe ser un justificante. Ni debe tranquilizarnos, anestesiarnos. No podemos consentir la impunidad -ya no la de la justicia, que estos días nos agrede, sino la social-.

Si algo bueno ha tenido la difusión del vídeo, además de la detención, es que podemos señalar con el dedo al agresor. No hay que ponerle un ‘presunto’ delante, ni por supuesto un ‘supuesto’, porque -será que en el pecado le fue parte de la penitencia- está más que documentado que fue él quien golpeó a un hombre que, otra cosa no, pero golpes ya habrá resistido unos cuantos. Si algo bueno ha tenido la difusión del vídeo es que los vecinos de O Carballiño saben a qué atenerse si una noche cualquiera se cruzan con él por la calle y les dirige la palabra. Si algo bueno ha tenido el vídeo es que nos ha escandalizado y nos ha despertado. Solo faltaría.