
El histórico Arenteiro rememora en su aniversario los años dorados en la Segunda División B
04 abr 2023 . Actualizado a las 13:33 h.El Club Deportivo Arenteiro se estrenó en el ámbito federado en el ya lejano 1958. Era en la entonces novedosa competición regional y los carballiñeses arrancaban con una octava posición que solo era el preludio de numerosos éxitos posteriores.
En concreto, a punto se celebrar sesenta años de historia, el palmarés de la escuadra verde incluye seis participaciones en la Copa de España, una Copa de Galicia y once campeonatos autonómicos de aficionados, además de los torneos regulares y la Copa Diputación (ganó dos). También añade un balance de un título regional en la fase final de 1964, tras ganar la Liga del grupo Sur.
Los entorchados de Primera Autonómica -en sus distintas denominaciones- son otros de los trofeos que lucen en las vitrinas de Espiñedo, pero sin duda, uno de los logros más impactantes del club fue el de su debut en la Segunda División B, en el curso 87/88 y saldado con una decimosexta plaza que le aseguró la continuidad en la categoría de bronce.
En esa plantilla brillaba un joven valor de la casa, que ya se movía por los 26 años. José Luis Sobrino Rodríguez (O Carballiño, 1961) debería ser uno de los hombres más ilusionados con un aniversario en el que se recordarán muchas de sus hazañas, pero se muestra un tanto decepcionado por un lamentable olvido: «Nadie se ha dirigido a mí para participar en los actos del sábado y ya paso del tema, pero es triste que se acuerden más de los de fuera que de los de casa. Comencé en el Veracruz, pero estuve trece o catorce años en el Arenteiro y la verdad es que tengo un gran recuerdo de todo lo que hicimos».
En especial de aquella singular campaña, debutando en el tercer escalafón estatal y codeándose con equipos de una gran solera en el mundo del fútbol: «Fue una experiencia inolvidable, veníamos de Tercera y nos encontramos con rivales de mucho talento. La directiva hizo un gran esfuerzo y el público nos acompañó siempre, porque Espiñedo estaba lleno de verdad en esa época, no solo la tribuna, también todos los laterales y hasta había gente subida en los muros en algunos partidos».
Sobrino era de esos futbolistas que vivía con intensidad cada encuentro y el salto de categoría lo había motivado aún más: «Era una oportunidad para hacer cosas grandes en el fútbol y tuvimos la suerte de tener compañeros de un gran nivel. Estaba Pereira, el portero de Marín, que venía de ganar títulos europeos, y Carlos Cantarelo, que había estado en el Celta y era un lujo para nosotros en el centro del campo. Arriba teníamos a Quecho, un jugador de una calidad que pocos tienen. También estábamos los de casa, Castor y Raúl Nogueira, que era el capitán».
La batuta era para el vigués Agapito Viñas, que cumplió con un objetivo muy complicado: «Teníamos una defensa muy sólida. Yo jugaba de lateral o central cuando era necesario pero había gente como Tito, Yebra, el mismo Raúl y Chas. En general, con muchos de los que están fuera todavía mantengo el contacto, porque era un equipo en el que reinaba el compañerismo».
Después, el presidente del Bergantiños se volcó en la contratación de Sobrino, para jugar con una serie de refuerzos de lujo, procedentes del Dépor, como Brizzola o Castreje: «Allí podría haberme quedado toda la vida, pero me vine al Ourense porque estaba cerca de casa y logré lo que no había podido en Carballo, ascender a Segunda».
El Arenteiro descendió en su segundo curso en Segunda B, pero nadie le quitará lo bailado a un club que hoy está de fiesta.