«No es una cuestión urgente», has dicho, estimado fiscal jefe de Ourense, sobre la denuncia de una mujer que intercambió sexo con un cargo público ante la promesa de éste de colocarla en la Diputación. Qué decepción, que inmensa decepción, produce tu frase y el hecho de que tengas arrinconada la queja mientras se mancilla el honor de las dos personas implicadas. Bien sé que no eres hombre de prisas. Bien sé que necesitaste una década para tildar de «perversa» y «rémora» la política de personal instalada en la Diputación por el progenitor y antecesor político (hoy inhabilitado) del ahora denunciado. Bien sé que te llevó otra década «descubrir» que las técnicas de empleo de Pachi Vázquez en el Concello de O Carballiño eran un calco de las de Baltar en Ourense. Pero esto es distinto, estimado fiscal. En el siglo XXI, el «derecho de pernada» (Laura Seara, dixit) no le puede pasar inadvertido a un fiscal jefe que se precie. ¿A qué obedece tu indolencia? ¿No crees que las grabaciones y los wasaps cruzados entre mujer y político tenían que estar en tus manos y no en las redes sociales? ¿Qué pensará de tu inhibición la fiscala general del Estado? ¿Por qué éste dedica millones a campañas de sensibilización en defensa de la mujer y después permite que un representante suyo diga que no es urgente estudiar el trueque de sexo por empleo público propuesto por otro representante del Estado?
Como la experiencia dice, y los primeros indicios apuntan, que el pez grande se come al chico, intuyo (y ojalá me equivoque) que la denuncia que está en tus manos tendrá poco recorrido jurídico lo que explicaría la resistencia numantina del político del Partido Popular. Está convencido de que la justicia será su salvavidas tras haber protagonizado un hecho que a casi toda la sociedad, excepto a ti y al presidente Feijoo, le causa estupor y vergüenza.