«Te recuerdan los sirios a nosotros»

xosé manoel rodríguez OURENSE / LA VOZ

O CARBALLIÑO

MIGUEL VILLAR

Asun Celta mantiene el contacto por Internet con los bosnios a los que ayudó en O Carballiño

29 nov 2019 . Actualizado a las 13:14 h.

«Hola Asun, te recuerdan los refugiados sirios a nosotros». El mensaje llega a través de las redes sociales a Asun Celta -el Rodríguez original lo sustituye por el sobrenombre que identificó durante décadas a la familia de su marido y a los míticos Establecimientos Celta- y lo envía Amra Imamovic. Aún no son las siete de la mañana del día 4 de septiembre y aquella niña bosnia que vivió como refugiada en la Residencia de Tempo Libre do Carballiño, y que en la actualidad reside en Compostela, comparte sus inquietudes con la persona que se convirtió en uno de los principales apoyos del colectivo durante los largos meses que pasaron en la villa.

Asun Celta conoció a los refugiados bosnios de casualidad: «La Xunta compró por todo el pueblo materiales que necesitaba y yo fui a llevar mudas y ropa que se pidiera en el comercio de mi marido». Ahí empezó todo. Los refugiados bosnios se convirtieron en una parte importante de su vida: organizó cursillos de manualidades, admite que causó importantes bajas en el almacén de los Establecimientos Celta, pedía muestras en droguerías y en algunas firmas de ropa y destaca la colaboración altruista y desinteresada de los vecinos de O Carballiño: «Aquí se arreglaron dentaduras, se cambiaron gafas, se llevaba a las chicas a la peluquería... y lo conseguíamos todo con la implicación de los negocios y los profesionales, que lo hacían gratis».

Confiesa que se autoimpuso saber el nombre de los 101 bosnios por dignidad: «Venían de un campo de refugiados de Macedonia, pero en realidad como ellos decían era un campo de concentración, y estaban identificados con un número. Aquí les llamamos siempre por su nombre, los apellidos ya me costaban más, y aún guardo la lista que hice para aprendérmelos». Conoció horrores que nunca pensó llegar a compartir y tiene palabras de elogio para uno de los funcionarios de la Xunta que estuvo al frente del centro en esos años: Antonio Aguaron. La persona que ocupaba la dirección a la llegada de los bosnios la desquicia aún hoy; los calificativos son irreproducibles -en una serie americana serían un pitido continuo- y recuerda que cuando consiguieron contar con un diccionario para entenderse, elaborado por el profesor Amancio Carballido, se enteraron de que la Xunta había facilitado uno a la llegada del colectivo y estaba guardado bajo llave.

Asun Celta siguió manteniendo el contacto con muchos de los bosnios que pasaron por la villa. Antes por correo -«Hasta me daban recuerdos para el perro y algunas cartas me llegaron solo con la dirección ?Asun Celta. Carballiño?»- y ahora, gracias a un regalo de sus hijas, por Internet. La tableta la tiene maravillada: «Estoy en contacto con casi todos. Recuperé la comunicación con algunos que se me habían perdido y hasta conseguí relacionar a otros que hacía años que no sabían nada de sus respectivas vidas». Se conecta y en los correos se repitan las reacciones a las noticias publicadas en relación a la estancia de los refugiados en O Carballiño y las promesas de próximos encuentros: «Si puedo voy la próxima semana hasta ahí».

Alma Sehovic: «Aquí me formaron y me permitieron desarrollarme como persona»

Asun Celta, Amancio Carballido, Antonio Veiga -el radioaficionado que les ayudó a contactar con sus familiares-, Mari Carmen Hernández y otros carballiñeses se implicaron en la ayuda y la organización de actividades para los refugiados bosnios. Mirella y Sonia -la mujer de Valdo Gudelj- viajaban con frecuencia desde Vigo para hacer de traductoras. Asun Celta hace un repaso pormenorizado de nombres y destinos: «En Sarria, O Barco, A Coruña, Porriño, Vigo, Compostela, Ponferrada, Madrid, Holanda, Sacramento y San Francisco hay bosnios de los que pasaron por aquí. Muchos volvieron a Sarajevo». Alma Sehovic, que llegó con 12 años y vive en A Coruña, recuerda la estancia como una etapa feliz: «Nunca podré agradecer lo que Galicia y O Carballiño hicieron por mí. Era como un sueño: teníamos de todo, estabamos a salvo de la guerra, en paz, los profesores venían a darnos clases. Nunca me he sentido extranjera aquí y todo lo que soy se lo debo a este país porque aquí me formaron y me permitieron desarrollarme como persona». Alma tiene grabada una anécdota: «Podía comer chocolate a punta pala. Me acuerdo entrando en un portal con una amiga y comernos una tableta. ¡Una tableta para mí sola! Eso era un regalo de Dios». Sanela Ferizovic, cantante de la orquesta La Fórmula cuya familia vive en Sarria, coincide en la valoración: «Tenía 13 años y fue una etapa muy buena. Nos acogieron y nos dieron todo su apoyo, comida, ropa y hasta dinero para gastar. Lo pasamos muy bien».