Eva Latas se propone recuperar un monasterio ourensano casi en ruinas pagando poco a poco de su bolsillo la reparación de imágenes
13 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Condenado al abandono, en el Mosteiro de Santa Uxía de Lobás, en O Carballiño, ha entrado luz. Construido en el siglo XII como residencia de monjas benedictinas, superó el cierre de los pequeños monasterios en el siglo XV gracias a la tenacidad de la abadesa Inés de Sanabria. Siglos después, otra mujer se pone manos a la obra para evitar su deterioro. Eva Latas tiene 31 años y es natural del concello vecino de Boborás. Hace seis meses que entró por primera vez en el monasterio y desde esa fecha se ha propuesto no permitir que se caiga. «Vine en junio por san Pedro y me dije, "no, esto no puede quedar así"». Primero llamó a varias puertas. Habló, dice, con el conselleiro de Cultura y se dirigió al Obispado. Nadie le dio respuesta.
La humedad estaba a punto de acabar con varias imágenes. Y Eva se puso manos a la obra. «Pensé: "si arreglo a santa Lucía, tendré buena vista, y si elijo a san Antonio me traerá un mozo"», ríe. Lo cierto es que ya ha sufragado el arreglo de tres imágenes del monasterio y hay dos en camino. No quiere hablar del dinero gastado, pero cada una de ellas pudo haberle costado 700 euros. «É incrible o que fai esta muller polo pobo e polo mosteiro, sendo tan moza e sen ser veciña nosa», explica José López, encargado de tañer las campanas de Santa Uxía de Lobás y vecino de la localidad en donde actualmente residen trece personas. En O Mosteiro se celebra estos días la novena de santa Lucía. Y mañana habrá una gran fiesta. Es la segunda vez que la joven se ocupa de su organización. «En san Pedro- dice otro vecino- la chica se gastó bastante dinero en flores».
Esta vez la celebración de santa Lucía será toda una fiesta, pero también un acto reivindicativo. «He invitado a venir al conselleiro de Cultura, al obispo de Ourense, al presidente de la Diputación y al anterior, a alcaldes y a otras personalidades de Pontevedra, para que conozcan este sitio y vean cómo está», explica. Además ha contratado a un coro, una violinista y un organista para que amenicen la jornada. Cuando se le pregunta por qué una joven como ella ha centrado su esfuerzo en el monasterio, responde: «Soy creyente, pero no estoy ofrecida, ni nada de eso. Pero quiero que los santiños estén arreglados. Lo iré haciendo poco a poco, pero necesito ayuda».
Emilio Viéitez es el cura del monasterio. «Bueno, administrador», puntualiza. «Lo que hace Eva es admirable. Sin esperar nada a cambio». Asegura que la primera vez que habló con ella se quedó sin palabras. «Que ella tenga esta implicación es para nosotros un estímulo», asegura. Relata el estado de abandono de la edificación y asegura que la situación actual responde a la desidia: «Es como una persona que está viva gracias a una máquina. Está casi desahuciado». Eva Latas es empresaria. Siguió con el negocio familiar, dedicado a la instalación de señales. «Quiero que el monasterio salga del anonimato. Que no se deje caer. Simplemente se trata de eso», explica justo antes de que dé comienzo la novena de santa Lucía.