Crónica | Visto para sentencia el juicio por el asesinato de una niña
20 ene 2006 . Actualizado a las 06:00 h.?Sólo quiero decir que en este juicio se han dicho muchas mentiras». Son las últimas declaraciones realizadas ante el tribunal, el mismo que ahora tendrá que decidir sobre su culpabilidad, por Luis Piñón Montoto, un vecino de O Carballiño de 27 años imputado en el asesinato de su hijastra de cuatro años. Nada replicó a esto la otra acusada. Ana María García Salgueiro, de 29 años, abandonó el pazo de Xustiza de la capital tranquila, a pesar de la gravedad de los hechos que se le imputan. Dos acusados, dos versiones y dos formas diferentes de afrontar un juicio. La madre y el padrastro de Erika A., una niña de 4 años que apareció muerta dentro de un contenedor el 15 de mayo del 2003 en O Carballiño, podrían ser condenados a penas de 56 y 52 años y medio de cárcel respectivamente. Ambos se encuentran en prisión preventiva y allí podrían seguir durante muchos años si los jueces confirman los cargos que les ha imputado el ministerio fiscal. Nada menos que asesinato, dos agresiones sexuales, maltrato habitual y lesiones. Durante el juicio no se hablaron y se cuidaron mucho de mantener las distancias a pesar de estar sentados en un mismo banco. La llegada de ambos, el pasado martes, a la sala de vistas de la Audiencia provincial fue bien distinta. Luis Piñón estaba irreconocible. Melena larga, barba espesa y aspecto muy desaliñado. Compareció los tres días de vista con la misma ropa y nadie de su familia acudió a acompañarlo. Al menos, no de forma notoria. A Ana María García la acompañó en todo momento su familia. Su hermana, que siempre ha defendido su inocencia, y otros familiares la esperaban a la entrada y salida de la sala, propiciando la imagen para las cámaras. Se la vio sonreír en numerosas ocasiones. Las declaraciones Opuestas fueron, asimismo, sus versiones sobre los hechos. Luis Piñón aceptó contestar a todas las partes -aunque se mostró algo irritado con algunas de las preguntas-. Aseguró que las dos agresiones sexuales que sufrió Erika en dos ocasiones distintas fueron realizadas por la madre de la niña, ayudada con el palo de una escoba. Así describió lo que sucedió, según él, el día de autos: «Meteulle unha paliza e provocoulle unha hemorragia cando estaban no baño. Despois levouna a habitación. Cando marchou a rapaza estaba morta», aseguró. Sí reconoció el acusado que después de esos hechos fue él mismo quien cogió a la pequeña, la metió en una bolsa y la bajó al contenedor. No dio tantas explicaciones, por su parte, la acusada. Tan sólo contestó a las preguntas de su abogado y reconoció que sabía que su pareja «maltrataba a los niños». Aseguró que éste la tenía amenazada para que no denunciara las palizas pero negó tener conocimiento de las agresiones sexuales. El día de autos ella salió de casa a media tarde, dejando allí a Luis Piñón con Erika y el hermano pequeño de ésta. Cuando volvió la niña no estaba. Tras sus palabras, las declaraciones de los muchos testigos citados por el ministerio fiscal -las defensas no los presentaron- fueron aportando algunas pistas no sólo sobre lo que sucedió el 14 de mayo del 2003 sino sobre lo que pasaba en el domicilio de la calle Margarita Taboada. Asuntos Sociales había abierto un expediente para retirar a Ana María García la custodia de los niños pero nada pudo parar los malos tratos que Erika -y al parecer también el niño menor- sufrían. Los testigos los vieron a ambos con moratones pero las «caídas» de Erika eran las más frecuentes. La sometían a continuos castigos y vejaciones. El horror El jueves, los forenses confirmaron el horror. Erika sufrió malos tratos desde mucho antes de morir, su cuerpo estaba lleno de magulladuras. Confirmaron además que sufrió dos agresiones sexuales, siendo la segunda tan brutal que le causó la muerte tras una lenta agonía. Le daban Frenadol Complex -medicamento no apto para niños- en dosis tóxicas, quizás para mitigar el dolor. Se cree que incluso trataron de asfixiarla aunque no lo consiguieron. Dijeron los forenses que la niña Erika esta acostumbrada a sufrir.