Familia y amigos lloran a Jaime Quintáns, nacido en O Bolo y vecino de A Rúa, donde trabajaba en una cantera
06 dic 2022 . Actualizado a las 18:18 h.Como hacía muchos fines de semana, el pasado domingo Jaime Quintáns, de 37 años, se levantó pronto, se abrigó bien y salió en su quad a dar una vuelta. Se lo había comprado hacía unos meses. Llevaba años practicando esta afición y recorriendo rutas diferentes. El domingo no se alejó mucho de su casa. Tenía la suerte —y era algo en lo que siempre hacía hincapié— de haber nacido en un pueblo rodeado de naturaleza, así que no le hacía falta recorrer mucho camino para disfrutar del aire libre a bordo de su vehículo. Jaime era de la pequeña aldea de Chao das Donas, en el concello ourensano de O Bolo, y de hecho era un embajador de su pueblo. «Sempre tiraba para a súa casa. Presumía da aldea e encantáballe ser o anfitrión, invitar á xente a descubrir a súa zona. Facía comarca», dice de él un buen amigo.
Cuando volvía a casa, a mediodía, tuvo un pequeño accidente. Llamó a su hermano para que le fuese a recoger porque el quad no arrancaba. El golpe parecía pequeño y Jaime decía encontrarse bien, solo cansado. Se acostó a dormir después de comer, en la casa familiar en Chao das Donas, y ya nunca se despertó. «Era unha persoa feliz, que irradiaba alegría aos que o rodeabamos. Estaba cheo de luz, de plans e de amigos, porque todos os que o coñeciamos queriamolo moitísimo», le describe un allegado.
La noticia de su fallecimiento ha dejado helados a los vecinos de O Bolo, pero también a los de A Rúa de Valdeorras, donde Jaime residía entre semana. Trabajaba en la cantera, igual que su hermano y su primo, en la misma empresa en la que se jubilaron su padre y su tío. Empezó a los 16 años y era labrador. Superaba las dos décadas trabajadas en la pizarra. Dicen quienes mejor le conocían que este trabajo, físico y cansado, nunca afectó a su carácter; que siempre estaba de buen humor y que tenía una sonrisa y un chiste para todo aquel que quisiese escucharlo.
Precisamente sus compañeros pasaban ayer por el mal trago de la noticia. El director de producción de la empresa en la que trabajaba, Daniel León, afirmaba: «Jaime era un trabajador con larga trayectoria profesional en la empresa, muy conocido, querido y apreciado, donde se incorporó muy jovencito siguiendo la estela de su padre, José Benito, quién trabajó durante mucho tiempo en Cafersa, y de su hermano mayor, José Manuel». «Queremos mostrar nuestro máximo reconocimiento a su labor profesional, así como su calidad en el ámbito personal, recuerdo que comparten y quieren resaltar sus compañeros. Nuestro más sincero pésame a familiares y amigos por la inestimable pérdida», continuaba el director de producción.
Además de salir a disfrutar de la naturaleza con el quad, Jaime tenía dos grandes pasiones, de las que presumía. La primera era su sobrino, el único hijo de su hermano mayor, su niño bonito. Por él sentía un amor incondicional. La segunda era el Barça. Jaime era una gran aficionado de este club de fútbol, cuyo campo llegó a visitar en varias ocasiones.
Familia, amigos y vecinos, perplejos todavía, lloran la repentina pérdida de Jaime. Son muchos los que han empezado a dejar mensajes de dolor y de cariño a través de las redes sociales.
Jaime será enterrado este martes, a las cuatro, en la iglesia parroquial de Santa Apolonia en Chao das Donas.