La charanga de José Doroteo

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

O BARCO DE VALDEORRAS

Eduardo Parra

03 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Tal vez extrañe el título de esta columna. Se me pasó por la cabeza uniendo a Antonio Machado con Pancho Villa, o al revés. Resulta que don Antonio dejó escrito aquello de que éramos, y somos, un país de charanga y pandereta. Y Pancho Villa, que en realidad era el seudónimo de José Doroteo Arango Arámbulo, pasó a la historia como el comandante de un ejército desaseado, andrajoso y, en esencia, desorganizado. Dicen que cada uno hacía la guerra por su parte, aunque la realidad no fuese esa. Qué importa. Quedémonos con el verso del andaluz (La España de charanga y pandereta) y el sustantivo análogo al revolucionario mexicano: desorganización. Me dio por unir la charanga con Pancho Villa y, por ser endecasílabo, me salió el título de este lunes: la charanga de José Doroteo. Eso somos. O eso parecemos.

Contemplen ustedes lo que sucede en el mundo avanzado y próspero. Reflexionen. Luego, díganme si han encontrado en el orbe un caso como el nuestro: esta España con diecisiete modos diferentes de organizarse frente al virus. No es una crítica a las autonomías, líbreme Dios, creo que el sistema autonómico ha sido uno de los grandes avances de nuestra sociedad y pilar esencial de nuestro progreso. Me refiero, simplemente, a lo esencial. O sea, lo que importa. Si usted estaba en O Barco de Valdeorras podría haber ido a celebrar el año nuevo a veinte minutos de su casa, en Ponferrada, por poner un ejemplo. Las medidas de Castilla y León poco tenían que ver con las gallegas. ¿Por qué ha sucedido esto? Porque la presidencia del Gobierno de España se ha lavado las manos, como Pilatos. Así de simple.

La sanidad está transferida a las autonomías, cierto. Y por eso las autonomías, de todos los colores políticos, han sacado adelante una campaña de vacunación paradigmática en el mundo. Por eso, unas mejor que otras, han gestionado las olas coronavíricas en sus centros de salud y hospitales. El sistema ha funcionado a la perfección. Lo que no ha funcionado es el liderato común: la presidencia del Gobierno de todos los españoles. ¿No resultaría más lógico que las medidas tomadas con respecto a Ponferrada fuesen las mismas que las tomadas para O Barco de Valdeorras? Todos diremos que sí. Pero Sánchez ha preferido pasarle el amargo trago de las restricciones a las autonomías y, de paso, a los tribunales superiores de cada una de ellas. No solo ha faltado el liderazgo, sino también la diligencia. No solo escaseó la gestión centralizada eficaz, sino que hemos carecido de una mínima estrategia común. Perdón, falto a la verdad. Lo común ha sido el enmascarillado por decreto y la reducción de cuarentenas. Este tiempo, por la desidia presidencial, pasará a la historia como uno de los más funestos de la contemporaneidad. Y aún así, habrá quien defienda esta gestión «ejemplar». Somos la charanga de Pancho Villa.