Ya se curaron treinta mayores en la residencia intervenida en O Barco

María Cobas Vázquez
maría cobas O BARCO / LA VOZ

O BARCO DE VALDEORRAS

Pablo Fernández es el nuevo director de la residencia Nuestra Señora de Fátima en O Barco
Pablo Fernández es el nuevo director de la residencia Nuestra Señora de Fátima en O Barco Cedida

Pablo Fernández dirige Nuestra Señora de Fátima, que desde el 11 gestiona la Xunta

29 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El pasado sábado 11 la Xunta intervenía la residencia Nuestra Señora de Fátima en O Barco de Valdeorras. La falta de personal (en parte por el elevado número de bajas por covid-19) para atender al gran número de mayores contagiados (61), y la falta de medidas para tratar de evitar que el virus se siguiera extendiendo llevaron a la Consellería de Política Social a tomar la decisión, que reclamaban los informes de los sanitarios del Sergas que habían visitado la instalación. Era el primer caso que se producía en la provincia, y sigue siendo el único.

Ese día, la jefa territorial de Política Social, María José Fernández, llamaba a Pablo Fernández para proponerle hacerse cargo de la residencia. Hasta entonces, el funcionario estaba trabajando en Xuventude, y no se lo pensó. «Tenía claro que era el momento de contribuir, de arrimar el hombro», cuenta. Lleva más de dos semanas en O Barco, desde el principio con un objetivo claro: «ponerle freno al virus». Es por eso que su trabajo en todo este tiempo ha consistido en «mejorar la situación», según su propia definición. Se pusieron en marcha medidas de seguridad, se crearon protocolos con los circuitos de circulación para evitar que el personal de trataba a los contagiados estuviese con los que estaban libres del virus, se apostó por el aislamiento vertical por plantas... La residencia de O Barco tiene siete alturas, lo que ayudó a poder aislar dentro del centro a los mayores. «A ellos les cuesta, porque está todo más restringido, no tienen libertad de movimiento; pero lo importante es poner freno al virus», destaca el nuevo director de Fátima.

En su trabajo, Fernández cuenta con la colaboración de la directora que tenía la Fundación Nuestra Señora de Fátima al frente del centro, aunque ahora trabaja bajo su mando. Y también es constante la comunicación con Margarita Rodríguez, la responsable del hospital comarcal de Valdeorras. Todavía faltan pasos por andar, pero Fernández cree que están en el camino. No ha sido fácil.

Durante la pandemia han fallecido 18 residentes de los 99 que había en Fátima hace un mes. De ellos, 16 tenían coronavirus. Además, dos personas que en su momento dieron positivo dejaron el centro, eso sí, después de curarse. «Era algo que ya estaba previsto, pero lo importante era la salud pública, así que se les permitió marchar cuando dieron negativo y tenían su informe de alta», relata.

Eran 99 hace un mes, aunque cuando Pablo Fernández llegó al centro solo quedaban en Fátima 31. El resto estaban repartidos (en función de su estado de salud y su grado de autonomía) entre el hospital comarcal, la residencia integrada de Baños de Molgas y la unidad asistencial de Piñor. En estas dos semanas han regresado 31 mayores al centro. «Se les ve ya curados y se les nota la alegría de volver», dice el director, que reconoce el gran trabajo de los tres servicios cuidando a los mayores. Dentro de la residencia quedan todavía 9 positivos, que están en una planta y que reciben la visita a diario de un médico del servicio de hospitalización a domicilio. Están aislados del resto de residentes para evitar contagios, y aún así, la semana pasa hubo un nuevo caso en la residencia. «Se hizo un aislamiento preventivo con las cuatro personas que compartían planta con ella; ya les han hecho la prueba y dieron negativo», cuenta.

Todavía faltan por volver 17 mayores contagiados, uno de los cuales está ingresado en el HCV, cinco en Baños de Molgas y once en Piñor (donde ayer se derivó a una persona que estaba en el hospital). Y siguen de baja 16 trabajadores, que están siendo sustituido por auxiliares de enfermería y personal de limpieza que en estas semanas ha contratado la Fundación, hasta sumar 32 empleados, a los que la Xunta apoya con otras cuatro personas, y hay previsión de que sume alguna más. «Nos hará falta más personal en base a que esperamos que vaya todo bien y tendremos a 17 nuevos viejos residentes», avanza Fernández.