Es realmente sorprendente el desconocimiento que existe en la capital ourensana sobre la actividad de un sector como el de la pizarra, cuya aportación al PIB de la provincia es fundamental. En general, la comarca de Valdeorras ha sido despreciada y ninguneada por las Administraciones. Y lo mismo ha ocurrido con la industria extractiva.
Los primeros pizarristas retiraban el material de las montañas con carros tirados por animales y, décadas después, han conseguido convertirse en líderes internacionales. Tres de cada cuatro cubiertas de pizarra que se colocan en el mundo salen de Valdeorras. Lo han conseguido pese la pasividad de las instituciones públicas, que poco o nada han ayudado al desarrollo de un sector que emplea de forma directa o indirecta a miles de personas. Clama al cielo, por ejemplo, que no esté aún terminada la circunvalación que evitaría el tráfico de vehículos pesados por O Barco o que la comarca siga sin disponer de una autovía para sacar su producto de allí.
Del mismo modo en que la Administración miraba para otro lado ante las necesidades de los valdeorreses, tampoco nadie actuó cuando se trataba de vigilar que la actividad extractiva cumpliese las normativas existentes en materia medioambiental. Décadas de inacción han pasado factura y no se recuperarán con un informe del Defensor del Pueblo -sobre el que hoy informa La Voz de Galicia- que alerta de todo ello. En todo caso, si ese documento sirve para que la Administración dirija su mirada hacia el sector, tanto para lo bueno como para lo malo, de algo habrá servido.