Hemos sido buenos durante estas dos décadas, nos hemos formado en algunos de los mejores centros del país, nos hemos profesionalizado, y convencidos de su potencialidad, hemos entregado los esfuerzos de nuestros mejores años a nuestra querida estación.
Centrados en la formación de la gente de la comarca, hemos demostrado que Manzaneda lo tiene absolutamente todo para ser una enorme fuente de riqueza y empleo para una comarca y una provincia que se desangran (no tan lentamente) por falta de apoyo público. Pero necesita profesionalización, reformas, actualizaciones y, sobre todo una estrategia a medio plazo para volver a ocupar su lugar.
No parece tan difícil gestionar la joya natural ourensana, nuestros vecinos del este lo han hecho con éxito, contando con instalaciones que tienen bastante menos posibilidades que las nuestras, pero gestionadas profesionalmente sí que han conseguido ser un revulsivo económico para sus zonas, llevándose de paso a una importante parte de nuestros clientes, y a gran parte de los profesionales que hemos formado, que buscan la estabilidad que la gestión errática de nuestra estación les niega.
Hemos sido buenos porque vimos que al fin llegaban las tan necesarias inversiones, con veinte años de retraso, pero llegaban. Creímos porque queríamos creer, lo hicimos porque necesitábamos hacerlo.
Sin embargo las inversiones pusieron al timón de nuestra amada montaña a unos auténticos vendedores de humo que consiguieron en pocos años llevar a la estación a la peor de sus situaciones. El listón estaba bien alto pero consiguieron superarlo con creces.
Asistimos estupefactos a la destrucción de la inmensa mayoría del empleo directo e indirecto generado en la comarca por la estación y a la eliminación casi absoluta de cualquier actividad económica relacionada con las empresas locales. Consiguieron sus objetivos.
Cuando pensábamos que ya lo habíamos visto todo, nos encontramos que este verano, mientras la gente buscaba casi con desesperación espacios abiertos, saludables y seguros para recuperarse de las heridas provocadas por la pandemia, las instalaciones permanecían cerradas. Si esta es la forma en la que queréis desestacionalizar la actividad, mal vamos.
Pero en realidad nunca llegamos a verlo todo, puesto que este invierno, las mejores nevadas en mucho tiempo saludan el curioso proceso de «adjudicación-concurso-prórroga-adjudicación» al que hemos asistido. Por supuesto con la estación cerrada. Si esta es la forma en que queréis crear riqueza, vamos peor.
Querido rey Baltasar, tú eres quien puede ayudarnos porque eres uno de los nuestros, has crecido con nosotros. Dile a Melchor y a Gaspar que aquí no tenemos mar, por lo tanto no tenemos playa, puertos deportivos, ni paseos marítimos. Tampoco industria pesquera ni desarrollo turístico. Ni siquiera tenemos zonas francas ni fábricas de coches. Lo que sí tenemos son parques naturales, montañas, ríos y la estación de esquí de Galicia. Esto nos da unas inmensas posibilidades de desarrollo turístico que son, sin ninguna duda la única posibilidad de crecimiento, la única posibilidad de supervivencia de esta vieja y gravemente herida provincia. Es nuestra tierra y aquí queremos quedarnos. Manzaneda es nuestra casa y nuestra oportunidad. Ayúdanos y déjanos ayudarte. Pregunta a los otros reyes qué ocurre con el sistema hidráulico de producción de nieve, cuál es el motivo por el que no se han drenado y acondicionado las pistas con el movimiento de tierras, ¿por qué la inversión más importante acometida en la estación no da los resultados esperados? Y tantas y tantas preguntas... Reconocemos y valoramos las inversiones, pero es necesario un plan global serio a medio plazo. No perdemos la esperanza, creemos en nuestra estación, amamos nuestra montaña y ofrecemos nuestra colaboración para sacar adelante este proyecto, que es el nuestro.
Jorge Garza de la Escuela Española de Esquí de Cabeza de Manzaneda.