Las mázcaras volvieron a bailar al ritmo de los fulións en las calles medievales de Manzaneda

María Cobas Vázquez
M. Cobas O BARCO / LA VOZ

MANZANEDA

En el desfile participaron también folións de Trives y Vilariño de Conso

26 feb 2020 . Actualizado a las 15:44 h.

Es siempre lo mismo. Es lo que tiene la tradición, que si se conserva no debería introducir cambios. Pero eso no resta vistosidad al entroido de Manzaneda, aunque uno repita año tras año. El baile de las mázcaras al ritmo del fulión tiene algo de hipnotizante, de magia, de sentimiento, que hace que uno nunca se cansa. A eso se une que el de Manzaneda, pese a ser una fiesta declarada de interés turístico de Galicia, está lejos de estar masificada. Más bien todo lo contrario. Yendo sin demasiado tiempo es fácil aparcar a apenas unos cientos de metros de donde sucede todo. Y el recorrido desde la zona escolar depara además un paseo por el casco viejo, por la villa medieval de la que no queda mucho, pero que todavía conserva el encanto del casco viejo, y la Porta da Vila, un paso mágico cuando bailan bajo su arco las mázcaras. Porque las mázcaras no caminan, bailan al son de la música, con sus bastones en alto, girando de manera incesante, a un lado y al otro. Se van turnando, sobre todo en los fulións con muchas mázcaras, como el de la Mourela pra acá. Ayer fueron los encargados de abrir el desfile, y se nota que se lo pasan en grande, porque más de dos horas y media les llevó hacer el recorrido. Disfrutaron cada paso, no solo los que van dentro del fulión, sino los muchos que les acompañan. No iban solos, hasta siete fulións (de Manzaneda, pero también de Trives y Vilariño de Conso) participaron en el día grande.

Rematado el desfile -con una lluvia fina que hizo acto de presencia en varios momentos, pero que nadie tuvo en cuenta-, la gente disfrutó de una multitudinaria comida en el pabellón. Y Manzaneda despidió el entroido.